viernes, 31 de diciembre de 2010

Balance


No recuerdo bien qué deseos tenía para el 2010, más bien nunca tengo definido qué haré en cada año, intento mantener una armonía en mis días, arreglar asuntos pendientes, darle sabor a todo suceso y alegrar la vida.


Decir que este año no fue lo que esperé tiene ambigüedades, nunca espero mucho, sólo espero seguir amando, seguir construyendo, alimentarme de energías y abrazos, continuar con el trazo hecho.


Y bueno, tuvo de aquello, pero más bien tuvo de gris y amargo, saborié el dolor y las lágrimas en todos los meses, me vi de frente con la soledad y el desencanto (que aún son acompañantes en mis días calurosos), estuve hundida hasta el cuello entre las dudas y las inseguridades.


La enfermedad se hizo presente y me sentí vulnerable, sola, ausente y casi invisible, yo que me creía sana, que me admiraba de los demás, que iba deambulando, comiendo a destajos, despreocupada de mí y de los demás.


Los quiebres y el desconcierto se apoderaron de mí, me dejaron desnuda, desprovista de todo calor, temblando de miedo, buscando explicaciones lógicas a todo esto, que quizás nunca tendrá explicación.


El malestar se perpetuó en mi piel, hasta el día de hoy llevo esa puta sensación, la armonía me dejó para asomarse en otros hombros, las respuestas y el equilibrio se cayeron con el desamor.


Y aquí estoy, con los ojos húmedos, aún buscando lo que perdí, pero con las ganas de mandar este año a la mierda, con ganas de olvidar sucesos, de perderme en brazos cálidos, de certezas.


A pesar de lo amargo, atesoro los meses de verano del 2010, meses en que descubrí y me encanté de nuevos rostros que acompañan mis pasos, que suavizan mis caídas, que secan mis lágrimas con las mejores conversaciones, que su energía es la fuente de la amistad.


Guardo cada instante y cada risa, su amor me hace bien, me calma y me da seguridad, su amistad, sin duda, me transforma, como nunca me había pasado. Agradezco su presencia, su calidez, su silencio y el espacio en sus vidas, la incondicionalidad y la entrega, que puta que valen la pena esos rostros.


Ellos han sido lo mejor de estos doce meses, han dado sabor y alegría a mis horas quietas, han sido la esperanza entre tanta mierda, han sido la compañía fiel y la sonrisa contagiosa. ¡Qué alivio tenerlos!


Anhelo que el 2011 traiga consigo amor por sobre todas las cosas, que desbordemos amor, que las relaciones estén fundamentadas en él, que los proyectos se concreten sin mayores contratiempos, que la salud nos acompañe, y que Dios sea el consuelo y la esperanza de toda vida.


Estoy preparada para vivir, para sepultar este año de mierda y dejar de ser invisible.

¡A vivir!


"mientras hago balance de mis yugos
y una muerte cercana me involucra
en algún mágico rincón de sombras
canta el grillo durable y clandestino"

sábado, 25 de diciembre de 2010

Mi feliz Navidad


Esta Navidad tenía otro sentido, cargaba en los hombros las penas y soledades de todo el año, porque lo negativo siempre pesa más, no esperaba más que risas y chistes familiares: entre los cinco integrantes que quedamos.

Participé de aquella liturgia, rezando con los ojos aguados, pidiéndole a Dios que me transformara, que me diera esperanzas, que calmara mi pena y me diera motivos para volver a sentir.

Volvimos casi corriendo a casa, con el hambre que rugía en las tripas, hicimos salud por la Navidad en familia, por encontrarnos siempre en el mismo lugar, con las mismas miradas y las mismas mañas, por recordar los mismos episodios familiares, por saborear el amor desde las entrañas.

Llegaron las 12 de la noche, el nacimiento de Jesús y con él el show de los regalos y agradecimientos, teniendo en cuenta siempre a Felipe, que estaba a mil kilómetros, sólo pasando la mejor fecha.

Comienza el show de los regalos, nombro a cada uno y le entrego un regalo, en ese mismo instante sonó el teléfono, era Felipe, el ya nombrado, para preguntar cómo estábamos, para decir que nos extrañaba y que siendo las 12.30 de la noche se iría a dormir "Mamá, no sientas pena..."

Cuando escuché eso se me apretó el corazón, ¿qué hacía él allá, cuando su familia clamaba su presencia? sus regalos estaban bajo el árbol, al lado del pesebre, esperando por él. Colgaron el teléfono y el silencio inundó la sala, hasta que decidí seguir, debíamos estar contentos y unidos como siempre.

Faltaba mi regalo: todos bromeaban con que no lo habían comprado, con que mi papá otra vez se había olvidado de mí, hasta que con la mejor sonrisa de madre llegó ella, con dos regalos: un paquete y una cajita.

Abrí el paquete, era lo que necesitaba unos jeans, que yo había comprado engañada, me los probé, eran perfectos. Y ahí estaba la cajita dorada, brillando "¿qué será?" Todos especulaban, mientras se me pasaban mil propuestas por la cabeza, era pequeña "un celular", "una cámara", en realidad no tenía idea qué podía ser, hasta que lo abrí: tenía un sobre envuelto en papel volantín rojo.

Me rendí, lo rompí y había una carta con letra de mis papás,la abrí y habían dólares y muchas palabras que no podré retratar. Mientras leía, me tiritaba el párpado, mi mamá lagrimeaba y los demás esperaban que yo dijera algo, pero no podía, la garganta me retenía las palabras de agradecimiento o de no sé qué, porque no sabía que decir. Cerré el regalo y caí en los brazos de mi mamá entre lágrimas, ¡GRACIAS!

La Navidad ya estaba terminando, al menos el momento de reunirnos, mi papá como siempre bostezaba a destajo (el viaje lo había dejado exhausto), mis hermanos querían dormir y a mi mamá la esperaba un montón de platos por lavar, mientras yo tenía que esperar a una última visita.

Me tendí en el sillón mirando el techo, intentando arreglar mi vida, pidiendo un poco de orden en esta locura permanente, pidiendo calidez y regocijo (palabras y actos que me habían dejado hace unos meses atrás)

Pasaban los minutos y el sueño se apoderaba de mí, la visita se había retrasado, y yo seguía luchando con mis párpados, mientras todos dormían yo miraba el techo del comedor, con el árbol de Navidad iluminando el pesebre.

Sonó mi teléfono con unos cincuenta minutos de retraso, la visita venía en camino. Salí a esperar, era la misma persona de siempre pero esquivo, lo invité a pasar e intercambiamos regalos, ¡feliz navidad! Conversamos banalidades, hasta que me dijo: "¿qué cenaste?" Cerré los ojos, mientras me decía para mis adentros: "¿por qué mierda no me da un beso?"

Parece que me escuchó, ni siquiera alcancé a abrir los ojos y ahí estaba esa misma calidez, su manos gorditas, sus ojos inquietos; alcancé a decir "parece que no tengo que contarte que comí.." Allí estaba de nuevo, no quería explicaciones ni conversaciones, simplemente estábamos ahí, con el árbol de Navidad iluminando el pesebre y las paredes de ese lugar, me miró a los ojos y dijo: "¡Feliz Navidad!"

martes, 21 de diciembre de 2010

Las mismas lágrimas

Estoy cansada.


Cansada de soñar con el mismo rostro sonriente, cansada de despertar sola como todos los días, de saborear las mismas esperanzas vagas que sé que jamás tendrán frutos, de sacar cuentas los fines de años, de sobrellevar este nudo en la boca del estómago, de tener ganas de decir y maldecir y seguir guardándolo: la piel aguanta demasiado.


La madurez me está jugando en contra, el amar incansablemente se agota y se diluye de a poco, las lágrimas reconocen el lugar y se dejan llevar por las curvas de mi rostro. He vuelto a ser yo frente al espejo, he vuelto a sufrir por esos mismos ojos inquietos, he vuelto a soñar con los mismos labios cálidos, he vuelto a decir sí.


Estoy agotada de esperar sin esperar nada, de agotar las posibilidades, de estar alerta a cualquier movimiento, a cualquier estímulo, de ser tan solidaria y comprensiva con el otro. El calor de estos meses no me ayuda, no puedo conciliar el sueño, la mente trabaja a kilómetros por hora y mi cama está plagada de felinos en busca de cariño, mientras yo lo único que quiero es volver a sentirme, secarme las lágrimas y olvidarme de este año de mierda que no me dejó más que la soledad y el cigarro.


La Navidad seguirá siendo de 5 y no de 6, porque los kilómetros y la plata no nos permiten tenernos cerca, la ausencia de muchos seguirá golpeando estas murallas, pues la enfermedad y el dolor nos han dejado desnudos.


Seguiremos quedando los mismos, los que nacimos en esta casa, sentados al rededor del árbol a las 12.30 de la noche, tomando cola de mono, con cara de resignación y olvido, porque aunque las esperanzas estén puestas en el nuevo año, sabemos muy dentro de nuestros corazones que el próximo año seremos los mismos: con las mismas penas, el mismo dolor, las mismas esperanzas vacías, y la misma puta ausencia que está pegada en nuestra piel.


Quiero creer que desde el 01 de enero del 2011 comienzo una nueva vida, dejo atrás esta cruz que me acompaña, retomo amores y desafíos, y me desligo de todo dolor. Deseo sonreír incansablemente y no permitir que me pisoteen, deseo regocijarme de compañías y de amor, de ese amor esquivo e inquieto.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Siempre estás


Sigues ahí.
Al pie del cañón.
Cuando quiero decaer.
Cuando las lágrimas no me dejan ver tu rostro.
Cuando la soledad se apodera de mi cuerpo.
Cuando no hay más esperanzas.
Ahí estás tú.
Siempre.Alineación al centro

jueves, 9 de diciembre de 2010

Nosé




No me encuentro no me hallo
no sé
No me resisto
debe ser el calor talvez el frío

No me trago no me paso
parezco mi enemigo

Me pregunto por mí si alguien me ha visto
Jim Morrison me alcanza
con su disco irrompible

Quisiera pedir disculpas
sentarme en la última banca
apagarme como foco
tirar en el ring la toalla

No sé qué hacer con usted
dónde esconderle
No sé sí me comprende pero sé que me rabia

No sé sí me bebe entera con el vino
No sé sí usted me escupe
y le caigo en la cara


Ana María Iza.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Amor secreto


"Allí estaba ella. Había esperado mucho este día, en el que luego de partir volverían a verse los rostros, volverían a amarse, pero en secreto. Corrió las escaleras del metro, mirando el reloj cada dos segundos, pensando que quizás llegaría atrasada. Repasaba sus líneas, intentando no equivocarse, ni siquiera esbozar un te amo que talvez podría lamentar pues no sería bien recibido, pues el silencio seguí significando muerte y desolación. Demoró más de lo pensado, corrió por esas escaleras de un lugar antes tan conocido, y el rostro no estaba allí, digitó el número y reconoció su voz. Se sentó a esperar largos minutos, mientras el día estaba como menos le gustaba: nublado y caluroso, la peor combinación de todas. Mientras los minutos pasaban pensó y pensó qué decir al momento de verse las caras, qué expresión tener, qué deseo aguantarse esta vez, qué miedo ocultar, qué máscara usar. Sin pensarlo apareció con su mejor sonrisa, disculpándose "lo siento, ¿no me atrasé tanto, cierto?" Caminaron juntos, tratando de evitar ese bloque de hielo entre los dos, conversando banalidades, preocupaciones y estupideces: su tema favorito. "Qué extraño estar aquí de nuevo" lo pensó y lo dijo, imaginando su infancia en esas calles, en esa casa. Qué olor tan particular. Entraron a esa casa vacía, llena de recuerdos, con el olor a amor pegado en las murallas, abriendo puertas y ventanas, recordando situaciones, momentos y risas. Ella en el baño, sintiendo el olor de la mujer más bella del mundo, saboreando y evocando, no habías más por hacer. Ahí llegó él, encantador, a rodearla con sus brazos, besándole el cuello, olvidó el cubo de hielo y se dejó amar, mientras ella repetía: "me siento tan sucia, tan mal, esto es demasiado secreto.." mientras él seguía dejando amor en su cuello. Poco a poco fue sacando su ropa, recordando lo que alguna vez pasó entre ellos, se dejaron amar en el suelo de esa casa vacía, olvidando todo lo que había ocurrido, cualquier lágrima mezquina o cualquier dolor parecido. Entre tanto amor, ella no aguantó más, estaba ahí, abrigada por el amor de ese hombre inquieto y palpitante, era suyo nuevamente, los días habían pasado en vano, las horas no habían dejado huellas en su piel, sólo importaba ese momento. Las lágrimas volvieron a brotar de sus ojos oscuros, la pena de no tenerlo permanentemente o quizás la alegría de volver a encontrarlo a su lado, la tenían así: con las manos heladas, el cuerpo tibio de amor y las ganas de gritarle en la cara que lo amaba incansablemente, mientras él repetía "¿qué te pasa? cuéntame". No fue capaz de esbozar palabras con respecto a lo que sentía, más se limitó a decir, "ya" y volvieron a arroparse en amor. Acabaron los dos, él uno junto al otro, los cuerpos desnudos y cálidos, en mundos completamente separados, sólo los unía el deseo por el otro. ¿Cómo definir lo que había ocurrido ahí?, ¿era amor o sólo una relación sexual más?, quizás nunca lo sabrá, pero ella ese día entendió que ya no formaba parte de su vida"

jueves, 25 de noviembre de 2010

¿Por qué amo tanto?


Crecí en un hogar lleno de amor, con unos padres y abuelos magníficos, con hermanos muy protectores y el dulce sabor de sentirse amado en todo momento.


Desde allí aprendí a amar, desde las entrañas hasta la voz, desde las lágrimas al corazón, aprendí a acompañar, a adorar los domingos en la casa de los abuelos llenos de primos y tíos, a las sobremesas interminables cada fin de semana, a encariñarme con esos pequeños detalles.


Esperaba salir de clase para ver ese rostro materno y recibir el mejor abrazo camino a casa, pues es esa mujer con esa calidez tan especial, con las palabras justas y una tremenda empatía la que sin premeditarlo me enseñó a amar infinitamente.


La concepción de amor que tengo sellada en la piel es consecuencia de lo que vivo, de lo que siempre experimenté en mi familia, de la delicadez y silencio de mi abueli, de la alegría interminable de mi tata, del cuidado y la piel de mi madre, de la transparencia y nobleza de mi papá: ellos han sido y fueron el colchón de cada caída, el soporte más fiel de mi configuración.


¡Allí está mi ser!


Amo tanto porque así soy, porque no sé cómo no se ama, porque en el amor está la fuente de todo principio, de toda construcción, de todo fundamento, de toda pasión.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

De a poco


Esto es una lucha constante, una pelea entre mis instintos y mis razones, que muchas veces no sé cómo lidiar, más bien dejo que el día pase, que las horas consuman mis deseos, que la inactividad se coma mis pensamientos y los arroje a kilómetros de mí.


En mis horas nocturnas las luchas son más extensas, el calor primaveral no me deja en paz e insiste en rememorar palabras, sabores, hasta episodios de hace unos años. No sé qué quiere conseguir, mientras bebo litros de agua para saciar mi sed, específicamente esa sed que me acompaña de día y de noche, y hasta en mis sueños.


Creo que el tiempo no se ha sido mi gran enemigo, he aprendido a convivir con él, aunque los días han pasado lentos y nostálgicos, intento vivirlos como siempre, como aquella vez, como antes, como hoy, como me enseñaron.


Sigo esperando algo, sigo con la convicción cada mañana, con tu nombre pegado a la almohada, con las palabras guardadas en la garganta, con la primavera de telón de fondo y mis ganas incansables de seguir adelante.


De a poco le voy tomando el sabor a la vida, voy recogiendo lo que alguna vez perdí, reconstruyo caminos y vuelvo a probar ese matiz que tanto amaba de mi vida.
Espérame, allá voy.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Un día menos para ti, un día más para mi.


Una vez más no hice mi cama.. la dejé inconclusa y helada, a pesar del calor primaveral.
Como todos los días de mucha pega, me levanté sólo para trabajar incansablemente en esa silla, achinar los ojos de tanto leer y rebuscando ideas para los infinitos trabajos.
Cada dos palabras escritas en ese lugar, en seis segundos pasaban cinco años por mi cabeza: dudas, preguntas, propuestas, sonrisas, letras y lugares.
Me repito que no sé qué hacer, en realidad no haré nada por las siguientes horas, quizás hasta cuándo.
La sensación de no sentirme amada sigue agolpada en las murallas, recordándome mientras lagrimeo que debo ser fuerte y serme fiel. Pero la puta sensación de sentir que pierdo, que la lucha me ganó, que no fui capaz, y que perdí esos ojos, me duele y es permanente.
Tal vez, en algún momento, fui yo quién falló, di un paso en falso que tiene como consecuencia este permanente dolor silencioso.
Sigo esperando algo como una fiel enamorada, espero que los días se agoten con rapidez para olvidar el dolor, para hacerme la loca con ese deseo de correr nuevamente a sus brazos, sabiendo que la decisión ya no me pertenece.
No me la puedo, sé que no me la puedo.
Ya no espero que las cosas cambien, sólo espero..

Suena: Sin ti a mi lado - Ismael Serrano.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Esperar sin saber hacerlo

"Amárrate los dedos y muérdete la lengua" frase que me he repetido toda la tarde


No me permito decaer, no puedo hacerlo, si hasta para lagrimear me limito.


Pocos saben de esto, los puedo contar con una mano, siguen desde lejos mis pasos y están atentas a mis caídas, a mis desfallecimientos y mis actos, sin pronunciar reproche alguno, sólo para contener cualquier percance.


No sé qué siento, tampoco sé cómo debería sentirse la gente cuando pasa por algo así. Cuando me lo preguntan intento ser muy sincera, pero reservada "estoy bien", porque en realidad lo estoy, pero al cerrar la puerta de mi pieza comienza el recordatorio de imágenes, de sabores, de olores, frases escritas en las murallas.


Esa sensación ya no me pertenece y sigue aquí. ¿Qué hacer? Si me repito que no tengo qué hacer, que no soy yo la responsable, pero me dicen que siempre hay algo por hacer como el título de este lugar y como la sabia frase de Ismael.


Quizás sea mejor que el tiempo haga lo suyo, limpie heridas y corazones.
La verdad es que no sé, es el tiempo del desconocimiento, del amor propio y de la espera sin esperar nada. (¡no sé esperar!)

sábado, 30 de octubre de 2010

Y acabó


No sé si acabó el amor, pero si se acabó el intento por mejorar. Hoy se acabaron los años acompañados por el mismo rostro, las mañas conocidas, los olores y sabores compartidos, la calidez de esos labios, esos ojos brillantes.


Hoy, esa mano de 'empanada' dejó de sostener la mía, para buscar lo que la mía no podía aguantar, para hacer camino en solitario, para satisfacer sus inquietudes múltiples, para recorrer la vida con la velocidad que lo caracteriza, para hacer lo que quiera sin compartirlo, en fin, para constituirse desde la individualidad.


Yo me quedo así, como estoy ahora, con las manos heladas, las lágrimas a punto de salir, con la maldita sensación de que no hay nada más por hacer, que mi piel se cansó de esperar respuestas vagas y que sólo maquillaban un poco la realidad, que mi cuerpo abatido no daba una lucha más en vano, mientras el compañero divagaba alegre en otro extremo.


Qué sensación más ingrata la de no tener más por hacer, la de sentarse a esperar mientras se manifiestan las opciones y el dolor de mierda sigue más presente que nunca. Mi cuerpo no da más, me ha enviado señales hace tiempo, advertencias que jamás tomé en cuenta: hoy es distinto, estoy a medias tintas de la cabeza a los pies, pasando por el corazón y las entrañas.
Ya no hay lucha que mi cuerpo aguante.


Las palabras no tenían más función que llenar espacio, que romper el silencio y esa distancia de los cuerpos. Ni siquiera los ojos se encontraron en algún momento, y un gesto del uno al otro fue inmediatamente bloqueado y desecho.


No sé qué hacía ahí yo, si no estaban las respuestas que esperaba, las propuestas eran vacías, el amor no daba más, los años no pesaban, las imágenes, los recuerdos y los olores no valían la pena en ese momento. El egoísmo era rey entre los cuerpos, pensar en el otro era casi una burla y yo me seguía repitiendo "¿qué haces tú aquí?"


Esto ni siquiera es un acuerdo, ni una decisión tomada en conjunto, solamente es un final.


Caminé sin mirar atrás, ni siquiera pude decir un adiós. No titubié, mis pasos actuaban por mí, mientras pensaba y rememoraba una y otra cosa, me repetía frases para no desfallecer. No me permití sentarme a pensar, ni a digerir, ni siquiera a botar lágrimas, ni esbozar una palabra referente al tema. En silencio me senté a escribir, mientras las melodías de siempre me hacían lagrimear: ahí estaban los años, las conversaciones en serio, las proyecciones, las sonrisas, la incondicionalidad y el amor por sobre todas las cosas.


Por el momento, no hay juicio que valga la pena, no hay comentario certero, ni mucho menos explicaciones que dar.

viernes, 29 de octubre de 2010

Quienes me visitan al anochecer


Cada día despierto con ese sabor a esperanza que me dejan los sueños, con rostros conocidos pero a la vez tan lejanos.


El tiempo ha hecho lo suyo, y me hace recrear episodios desde mi subconsciente hasta el consciente, para recordarme que ellos aún siguen ahí, que los días no nos han separado más allá de los kilómetros y las responsabilidades.


El amor y la necesidad han traspasado las caricaturas nocturnas, aquellos sueños sin hilo conductor, cobran sentido cuando abro los ojos y unos las historias, cuando mis oídos piden escuchar esas voces, cuando mi piel pide un abrazo, cuando necesito simplemente reír con ellos.


¿Qué dirán ellos de la distancia?, ¿qué pensarán del paso de los años?, ¿habrán cambiado tanto las cosas como para no necesitarnos?, ¿cuándo volveremos a encontrarnos?


Mientras me cuestiono, mis dedos bailan al son de una canción, y escriben a aquellos rostros que me han visitado estos días, que concurren mis noches para remecer mis soledades y saber que cuento con ellos.

martes, 26 de octubre de 2010

Mirándome de frente


Dejando reposar lo que pasó el domingo, aquél reencuentro con rostros que significan tanto para mí, aferrados a las lágrimas y en una situación tan particular y dolorosa: saqué unas cuantas conclusiones de acuerdo a mí (la autorreferencia me persigue).

Todos reconocemos en algunas personas fuentes de energía inexplicables, la sonrisa tierna que esperamos cuando la nostalgia se apodera de la expresión, el abrazo que hace vibrar aunque la tempestad siga latente, y las carcajadas que son el mejor remedio.

Me declaro culpable y dependiente de aquellas fuentes, de esos momento que perduran hasta hoy, de las energías para hacerlas perdurables, de las arrancadas fuera de Santiago, escapadas al cerro a gritarle al viento lo destruida que me siento, las caminatas por el pasto (mi nueva terapia) con el sol golpeándome los hombros y el sabor a chocolate entre los labios.

Soy culpable, además, de quedarme pegada entre recuerdos (sé que somos en ellos, pero aún así), de rememorar en mi mente, de guardar olores y sabores característicos, de perpetuarme en abrazos y vivir desde ellos.

Esto sólo tiene que ver conmigo, no con los demás, he sido yo la responsable de atar cabos, de armar castillos reales y de formar amistades, he cultivado las ganas de decaer y he esperado incansablemente las energías vitales, que vengan a mí y simplemente me invadan.

Ya es tiempo de tomar en mis manos la vida, de decidir y hacer (aunque no quiero decidir), de mandar a la mierda lo que me hace mal y ponerme el escudo que corresponda y vivir, porque amo hacerlo. Enfrentar, apaciguar, celebrar y no dejarme abatir, no puedo permitirlo una vez más.

¡A vivir!

sábado, 23 de octubre de 2010

Mi reclamo


¿A quién debo exigirle mis días felices?
¿A quién debo reprocharle la amistad?
¿Con quién debo hablar para que mis días vuelvan a tener color?
¿Qué debo hacer para revivir, recobrar y revitalizar?
¿A quién cresta le reclamo esto?
¿Quién arreglará mis días?
¿Quién le volverá a dar el curso que perdí?
¿Qué día la amistad embriagará los espacios y las lágrimas?
¿Quién se llevará mis días grises y opacos y me entregará luz y sonrisas?
¿Quién me regalará ese viaje que tanto anhelo?
¿Quién me regalará esos rostros que extraño?
¿Qué día podré celebrar?
¿Qué sueño me acompañará mañana?
¿Quién me dará las conversaciones que más espero?

viernes, 22 de octubre de 2010

Las respuestas que busqué


Soy una convencida del poder de Dios en mi vida y en la de los demás, en que somos seres libres capaces de escoger nuestra felicidad aquí en la tierra, y que cuando Dios mete su mano, todas las cosas son beneficiosas y fructíferas.

Me cuesta reprochar el curso de las vidas ajenas, mientras veo la felicidad reflejada en sus ojos, y la vocación viva desde las entrañas hasta la piel; es más, agradezco el don de la vida en aquellos quienes gastan todo por lo que los mueve, por ese fuego inmenso que transforma y revoluciona, porque a veces no son necesarias las razones para amar.

Yo me quedo con el sabor a vida entre mis labios, por ese amor fraterno que armoniza y que se queda pegado en la piel. Hoy me quedo estremecida entre tanta soledad y desconsuelo, con los ojos cristalinos en búsqueda de la verdad, acompañando desde la frialdad este momento carente de sentido para todos nosotros, quienes esperamos respuestas y soluciones.

La respuesta está, en alguna parte hay alguien que le da sentido a todo esto, quien guía los pasos no sólo de ese hombre con pipa en mano, sino que de todos nosotros.

Ya no hay momento de cuestionar, de preguntarse qué cresta pasó por su cabeza, es momento de acompañar en silencio desde la oración hasta las lágrimas, de no olvidar esa tremenda figura, las palabras y la prestancia. Sólo queda calmar el alma, dar sentido a todo este amor regalado y no permitir que la vida nos aleje de sus pasos..

Nos vemos en la próxima vida

domingo, 17 de octubre de 2010

Necesito


Luz, esperanza, tranquilidad, un nuevo suspiro, revitalizar energías, soledad, elección, calidez, permanencia, confianza que sé dónde perdí, amistad certera y sostenedora, pensar en mí en mí en mí y sólo en mí. Intoxicar mis horas con amor de madre, leche con chocolate y un buen libro de Nicanor Parra, con el mar frente a mis ojos derribar mis miedos a punta de lágrimas y dolor, rechazar relaciones venenosas y destructivas, embriagarme de solidez y fraternidad. Reafirmar amores y botar muchos que no sirven de na', regalarme sonrisas, coqueteos, y toneladas de hermandad. Y por último, una buena conversa, que destruya todo mito, que no deje nada pendiente y que mi lengua se canse de decir verdades escondidas. Todo aquello necesito: no desespero..

viernes, 15 de octubre de 2010

Literalmente cagada


Ya no doy más, en realidad, no doy una.
Todo esto me pasó la cuenta de manera insostenible, donde todo pesa, el corazón, el dolor, los pensamientos, el orgullo, las manos cansadas, las piernas que tiemblan, y las lágrimas que esta vez no sanan, sólo son expresión de sin sentido.

Esta vez no tengo respuesta, ni siquiera la busco, no me cansaré en rebuscar en mi mente métodos para decir lo qué siento, para que nadie salga herido, alguna vez debo pensar en mí, en las cosas que me dañan y que los demás no se dan cuenta, porque se están mirando el ombligo.

No quiero que vuelvan a pasarme a llevar, no quiero escuchar nunca más una imposición de esos labios tan secos de generosidad, no quiero sentir esa hostilidad, esas energías cargadas de negatividad, envidia y reproche.

No sé qué mierda necesito, no sé qué pasará, no sé qué espero para mandar a la mierda lo que me tiene atada, lo que no me permite hablar y ser. Ese respeto por el otro, por no dañar sus sentimientos, ese respeto que no practican conmigo, me tiene destruida, me tiene cansada desde el pelo hasta las energías, me ensucia y no me permite avanzar, me tiene sedienta de amistad y de revitalizar.

Probablemente en unos días más llegará la respuesta que espero, ese salvavidas con sabor a chocolate y amor, por ahora invito a todo aquél individuo que crea que me hace daño que se aleje años luz de mi vida, que no vuelva a mirarme a los ojos, que sus labios y palabras no se dirijan a mí hasta la próxima vida, que me deje ser, que desaparezca de mi piel y de los registros de mi vida. A todos los demás, a mi equipo de rescatistas, a mis cables a tierra, los invito a salvarme una vez más, a ser parte de estas lágrimas que me cubren la mirada, de esta frialdad que no me deja tranquila y de este cansancio que recorre mis entrañas.

lunes, 11 de octubre de 2010

No doy una


Maldita sensación de estos días grises, de suspiros vacíos y esperanzas vagas. Ese malhumor que me persigue, estoy tan cansada.

Cansada de responder preguntas vagas y elementales, de contarle a todo el que me cuestione lo que me pasa, de justificar mis ojos transparentes y mis manos frías, de rogar por un poco de silencio, de gastar mis días por algo que quizás no ocurra, de percatarme de la ausencia de todos, de tomar decisiones, de sentirme acorralada, de tener cosas pendientes, de preocuparme una y otra vez por el mismo tema, de soportar a gente que no vale la pena.

Quiero deshacerme de todo, quiero sentirme liviana una vez más, quiero rechazar conversaciones sin sentido, quiero malgastar mis horas frente al mar en un día helado, quiero tomarme un vino en compañía, quiero despojarme de prohibiciones, quiero revivir.

Hoy no tengo fuerzas para contener a los demás, no recuerdo cómo se hacía eso. No sé dónde encontrar lo que quedó de mi en alguna parte, no sé cómo se empieza de nuevo, ni mucho menos sé de dónde se sacan las esperanzas renovadoras que se necesitan para vivir.

miércoles, 6 de octubre de 2010

¡Qué agotador!


Llevo casi un mes de sobrellevar esta extraña sensación. De aguantar dolores con la boca cerrada, aprendiendo a convivir con todo esta noticia inesperada, con un sentir agrio desde las entrañas hasta las esperas desesperadas.

He tomado muchas decisiones en un mes, he dejado de hacer, he optado por callar, he esperado y esperado, he llorado en soledad, he agotado abrazos y esas esperanzas que uno siempre guarda para sonreír. Todo eso ya se agotó.

Nunca me he entregado a la idea de demostrar mi debilidad, no me lo permito, ni se lo permito a los demás conocerlo: creo que ni siquiera lo digo, sólo mis ojos y mis manos frías lo demuestran, me delatan y me evidencian. Cosa que pocos saben descubrir. Por lo mismo, jamás he pedido un abrazo, sólo los robo.

Qué complejo sobrellevar este tiempo, con esta piel tan impaciente e inquieta, con las personas que esperé y otras que me sorprendieron, y las de siempre que me siguen decepcionando. Emocionalmente agotada de preguntas, de esperas, de cuestionamientos y reproches, de muchas negaciones y sobre-protecciones que tanto me alejan.

Agregando a diario preguntas sin respuestas, accidentes y anécdotas con humor negro. Ahora se agrega otro matiz, otra preocupación, otra etapa que es urgente cerrar, que necesito cerrar. No quiero ver más caras pálidas, llenas de esperanza y nerviosismo.

¡Quiero cerrar esta etapa! Necesito revitalizar mis energías, compartir mis horas y llenarme de amor, tranquilidad y esa paz que se me escapó en algún momento, que sé que volverá.

No hablo desde la tristeza, ni de la desesperanza. Hablo desde el cansancio, del agotamiento, del paso de los días lento y sin respuestas, del frío de estas murallas, de la preocupación de mi vida y de la tuya.

jueves, 30 de septiembre de 2010

¡Maldita crisis!


Hoy se cumplen 21 años de mi nacimiento. De aquél viernes 30 de septiembre en que apresurada, con más de unas semanas de anticipación fui recibida en los brazos temblorosos y la sonrisa nerviosa de mi mamá. Ya han pasado varios años, y aún esos recuerdos hacen eco en estas murallas: “a esta hora ya habías nacido y yo había llorado toda la noche, mientras estabas en incubadora”, “yo no podía creer el precio de ese parto…” y otras tantas citas de los labios de mis papás.

Bueno, aquí estoy, con esta crisis húmeda y silenciosa, con los recuerdos en cada lágrima, con las voces rozándome la piel y la sabrosa añoranza de esos cumpleaños de infancia, llenos de personas, de abrazos, de regalos y de juegos, ni siquiera había tiempo de aburrirse, ni de lamentar. Los globos, las sorpresas, la torta de mamá y la columna interminable de regalos, que el sólo verlos me hacían feliz.

Con el paso de los años, he aprendido a no esperar nada. Los amigos son contados con los dedos de una mano, las llamadas telefónicas se acotan, los regalos son poquísimos y la compañía se hace imprescindible. Las celebraciones son menos pomposas, sí hay espacio para aburrirse, pero más bien para recordar.

Vivimos del pasado, como aquella película que me hizo estremecer, vivimos recordando el pasado y sonriendo desde él, mis papás están más cansados, entre las canas y las mañas se delatan los años, mis hermanos ensimismados en sus proyectos y en la individualidad, mis abuelos no están, ya no recibo esas llamadas telefónicas lloradas y tiernuchas, ya no se celebran los cumpleaños un soleado domingo en las águilas con las caricias de los tatas.

Sólo quedan los recuerdos de esa niñita de melena, con zapatos ‘mafalda’ y bailarina como ella sola ó de la menor de cuatro hermanos que lloraba con el viejo del saco.

Algo queda, de eso algo queda.

Serán los años, pero la idea de hacer balance me rodea la cabeza, la idea de que estos años no pasen en vano y que la espera de mi cumpleaños sea cada año menos emocionante.

Es cierto, queda tanto por hacer, quedan tantas lágrimas por desperdiciar y tantos abrazos por regalar, quedan conversaciones pendientes y viajes infinitos que emprender, quedan desilusiones y crecimiento. Queda, sí queda.

Espero no desanimarme en el camino, y estos cumpleaños sigan teniendo ese sabor a infancia y perpetuidad.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Un amor de aquellos


Ese amor que espera, que acompaña y que sonríe.

Ese amor esperanzador, que agota todas las posibilidades y que fortalece la vida.

Ese amor que se perpetua y transforma.

Ese amor lleno de desafíos y proyectos.

Ese amor luchador y comprometido.

Ese amor con sabor a eternidad.

Ese amor estremecedor y refrescante.

Ese amor que da energías y que agota los minutos.

Ese amor silencioso, pero compañero incondicional.

Ese amor lluvioso, primaveral e invernal.

Ese amor amoroso, fuerte y trasgresor.

Ese amor cálido, efervescente y total.

Ese amor completamente loco y trastornado.

Ese amor fiel y a prueba de balas.

De ese amor me enamoré.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Amistades


Todos se llenan la boca hablando de aquellos clichés sobre la amistad, sobre los amigos partner, sobre aquellos que acompañan siempre, en las buenas y en las malas, esos amigos que sostienen y solidarizan, los amigos que se alegran con tus triunfos y lloran tus derrotas, sobre los mejores amigos, que jamás traicionan, que nunca abandonan. Esos amigos..

Lo quiera o no, me he encargado de llenar mi vida con amistades que no quiero, con amigos que recurren a mi sólo cuando su vida no tiene salida, cuando están ahogados en un vaso de agua, cuando no tienen espacio y necesitan que alguien los escuche y les arregle la vida. Y yo la gran culpable de que esto pase y siga pasando.

Yo me encargué de escucharlos a todos, sin escucharme, estuve ahí incansablemente, aunque por dentro pedía que alguien me preguntara "¿cómo has estado?" "quiero saber de tí".

Yo me encargué de mostrarme fuerte y casi superheroína, que podía arreglar sus vidas con un discurso estructurado y esperanzador.

Yo me encargué de crear mi vida feliz (que lo es) y mostrarle al mundo que con un poco de amor, mucha voluntad e ímpetu es posible todo.

Anhelo la reciprocidad que tiene la amistad, ese abrazo tan esperado cuando flaqueas y la debilidad se apodera de los días, esa llamada inesperada y esas palabras que te arreglan la vida sólo por unos minutos, pero que es el mejor remedio.

Es por eso que sólo puedo contar con muy pocos, sé con quiénes puedo correr destruida y me compondré con esa atmósfera y esa luz; sólo pocos me acompañan en los proyectos de la vida, animan mis sueños, y son las palabras que siempre quiero escuchar.

Quizás siga estando ahí incansablemente para esos "amigos", quizás siga intentando construir una amistad fructífera y espontánea, quizás en unos días más me olvidé de sus ausencias y perdone, quizás mañana todo cambie.

Por el momento agradezco esas pocas personas, que vienen a tomar once conmigo un viernes por la tarde, que salimos a caminar un domingo y a sacar fotos, que vemos una película para morir pero nos reanimamos con un helado de chocolate, que conversan con mi mamá y se burlan de mi, que cuestionan mis actitudes, pero que reaniman mis luchas.

¡Gracias, les amo!

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Búsqueda incansable


Busco incansablemente algo.
Busco mantener lo que tengo.
Busco esa paz que en alguna parte la deje.
Busco asombrarme con tu sonrisa todos los días.
Busco ese sabor a esperanza en todas las cosas.
Busco esa reconciliación tan esperada.
Busco romper esa pared de indiferencia.
Busco reconstruir relaciones.
Busco reencuentros.
Busco esas historias de viernes por la noche.
Busco esos viajes de infancia y chocolate.
Busco tardes de sol, viento, compañía y helado de chocolate albahaca.
Busco cueca, salud y celebración.
Busco superar timidez y orgullo.
Busco permanecer.
Busco conjugar esquemas.
Busco espantar el miedo.
Busco consolidar actos y relaciones.
Busco aire, espacio, silencio y luz.
Busco hermandad, es lo que más necesito.
Busco de esos abrazos reconfortantes y como pocos.
Busco canciones, anotaciones y palabras.
Busco que el viento desordene mi pelo y mis pensamientos.
Busco un remezón.
Busco atrapar tu luz.
Busco más búsquedas.


jueves, 2 de septiembre de 2010

Enfermedad

Sin quererlo, ni pensarlo, vengo de una familia cancerosa.
Todas aquellas mujeres de ojos tiernos y luminosos se la ha llevado esa enfermedad, está en mis venas, en las de mi madre, en las de mis primas. Siempre le hice el quite a hablarlo, nunca me gustó recordar esos episodios que constituyen mi familia: miré con dolor cada fotografía, presencié lágrimas y gritos de desesperanza, me encargué de esa herencia y me llené de valor para que el silencio se encargara de lo demás. Quién sabe si alguna vez me toque a mí, quizás el momento llegó, llegará o se desviará, quizás me toque sobrellevar otra lucha más y no ser la protagonista, como en las otras tres historias. La enfermedad vino a tocar mi puerta y yo no la escuché, me dió señales y se manifestó por fin: preparada o no llegó, y me siento débil y necesito a la Gringa con su paz, necesito sus manos tomando las mías, necesito el pecho de mi madre que me cobije, necesito las convicciones y la fuerza de mi papá y la infinita luz de Dios. No sé cuál será el diagnóstico, ni el tratamiento, ni de dónde sacaré fuerzas para escuchar buenas o malas noticias, no sé quién tomará mi mano, ni menos sé si la desilusión seguirá aquí.
No quiero saber de choques, de enfermedades, de dolor o de desilusión, no quiero dar ni escuchar explicaciones, no tengo fuerzas para reclamar ni siquiera para escuchar..

lunes, 30 de agosto de 2010

Cuerpo


He tenido la convicción de que nuestro cuerpo es reflejo de lo que somos interiormente, es la copia fiel de lo que llevamos y de lo que sentimos. El rostro es la evidencia de nuestro sentir más palpable, es la consecuencia de nuestra alegría cuando sonreímos o de la ira cuando fruncimos el ceño y la mirada está fija; gracias a ella se hace imposible ocultar, quizás disfrazar o hasta maquillar lo que realmente sucede. Las manos, la piel y los ojos también son emisores del interior: es inevitable su reacción frente a lo que sucede, con los nervios las manos se impacientan, la piel se eriza, los ojos inquietos buscan respuestas. En mi caso, mi estómago es el centro de operaciones: sufre con cada lágrima, con cada situación de tensión o nerviosismo, se estabiliza completamente con la alegría y los abrazos, y ruge cuando algo va a pasar.. Hoy algo le pasa, y lo peor es que no sé bien qué es, me tiene tirada en mi cama buscando respuestas, con dolores infinitos, intoxicada en hierbas, remedios y amor de madre, con las lágrimas bordeándome los ojos, esperando 'ese' salvavidas. Hoy, no sólo mi estómago falla, mi cuerpo está fallando, mientras me hago la loca tomando tecitos que 'todo lo curan' como decía mi abueli.

jueves, 26 de agosto de 2010

El mar de la infancia y el de hoy


Nos volveremos a encontrar.
Mientras, yo sueño con esos viajes con olor a infancia y lana de alpaca, con esos inviernos al lado del mar, mientras corríamos y la lluvia del sur nos acechaba. Cuando aprendí a amar el viento y a disfrutar de ese silencio que necesito.
Con el paso del tiempo, he aprendido a necesitar el mar. Se me eriza la piel pensar en ese momento tan esperando, sentada en la arena, con los pies enterrados inquietos de frío, con el pelo revuelto por el viento, y frente al poder del mar. En ese mismo lugar donde estuve hace unos meses, donde he bailando en la arena caliente, mientras el sol me quema los hombros, donde se refrescan alegrías y se van las penas. Bendito lugar que revitaliza, transforma, y guarda tantos secretos y recuerdos, te sueño y espero, como anoche te dibujé en mis sueños, junto a esas sonrisas conocidas, a esa piel morena y feliz, a esa amistad.
La ciudad no la dejo, pero el mar, sin duda es el mejor regalo. Ayer lo quería, ahora necesito el mar, el silencio y caminar sola.
¡Quiero el mar de la infancia, el mar del año pasado, quiero el mar!

sábado, 21 de agosto de 2010


¿Cómo saber si este es el momento?, ¿cómo procurar no herir con la decisión que tomaré?, ¿cómo no sentirme tan débil?, ¿cómo recobrar esa fuerza y entereza que perdí?, ¿de dónde sacar fuerzas, cuando ya no hay esperanzas?, ¿cómo cambiar percepciones cuando no hay espacios?, ¿cómo el amor no transforma en este momento?, ¿por qué esta debilidad me invade justo hoy?, ¿por qué la tranquilidad no se hace compañera de mis ojos?, ¿por qué querer cambiar, transformar, y simplemente abrazar se hace tan difícil?, ¿por qué los kilómetros no son nada a este fría relación?, ¿por qué seguiré siendo la misma niña de ocho años a sus ojos, y seguirán sin escucharme?, ¿por qué no bastará?, ¿qué me falta por hacer?, ¿qué lucha me hará aprender lo que me falta?, ¿qué canción me acompañará ese día?, ¿qué sabor tendrá esa tarde donde las sonrisas se regalen en las esquinas?, ¿qué día marcará el calendario cuando me encuentre con el poder del mar?, ¿el viento de septiembre estará a mi favor?

martes, 17 de agosto de 2010

Matriarcado



Veo como pasan los años.
Me asombro con los cambios, con las cicatrices de la infancia y la búsqueda de la identidad característica de la adolescencia, con mi manera de defenderme frente a los demás, con todos los llantos reclamatorios que no tenían cabida ni atención, con todos mis silencios y ausencias, con todas aquellas fotos que son el recuerdo más preciado y significativo, pero a la vez, ahí yacen las sombras y matices que me configuran y me configuraron completamente.
Desde ahí soy yo, es decir, es necesario conocer todo eso, episodios de mi infancia, de mi familia, caracterizar a cada persona para darle hilo conductor a esta tragicomedia, que quizás con qué fin me sorprenda.
Los cumpleaños siempre han sido bien celebrados en esta casa, mientras pasan los años el grupo de personas se reduce, se hace mucho más íntimo, pero más prendido, lleno de carcajadas y de compartir, de abrazos y atención. Sin duda, el cumpleaños de ayer es el más celebrado, el más convocado, y el que más esperamos.
La matriarca de esta familia lleva ese nombre, simplemente porque resume su importancia, porque es imprescindible, porque su amor no tiene fronteras, porque su mirada lo arregla todo, porque esta casa tiene su olor y su incondicionalidad pegada en las murallas, porque es una mujer invencible. Cuando más la necesito saca su capa de heroína y me arregla la vida con su calor, con esa sabiduría y su intuición sorprendente.
Amo desde mis entrañas el matriarcado, sus gritos, decisiones y determinaciones, su inmensa comprensión, su obsesión por la limpieza y la unión de la familia, sus comidas y ese olor que tiene esta casa, por haberme criado cartucha pero finalmente libre.

sábado, 14 de agosto de 2010

No hay piel que aguante


Nunca me han gustado las despedidas, quedo siempre con la sensación de no haber dicho nada, de no haber disfrutado ningún momento, de simplemente haber gastado las horas en buena compañía, para luego diluirlo en un abrazo apretado y un "gracias por la compañía.." Me desmorona sentir esa soledad, enfrentarme a esa indiferencia tan esperada, pero con tanto dolor, duele ese rechazo de quien esperas que te ame más, duele ese abrazo vacío y sin amor, duele la negación de los espacios y de la hermandad, duele. Me reconozco en esa mirada de distanciamiento, sé el porqué de su actuar, sé mis faltas y las conozco, me siento pequeña ante tanta atención enfocada y ante tanto rechazo, es en ese instante donde me siento la menor de esta familia. Empequeñecida frente a tanto éxito y entereza, ante tanta convicción y resultado, ante tanto esfuerzo y dedicación, sin poder defenderme ni imponer mi presencia, mis ideales bailan en mi boca queriendo salir, mientras quedo derrotada y con los ojos llenos de frustración: muda y las energías consumidas en la contención. Nubes de bajones me acechan y se alojan quizás hasta cuándo, un nudo en mi pecho quiere traicionarme y delatarse en cualquier momento, la tristeza me bordea los ojos y simplemente quiero arrancarme, escapar y alejarme más aún, porque aquí los kilómetros se hacen agua, porque la lejanía es eterna, porque la muralla que nos separa no tiene fin y el orgullo es lo que tiene primacía en esos ojos de cristal. Soy consciente de que no queda nada por hacer, de que la lucha está perdida con el orgullo, de que los años, la experiencia, el rechazo y la lejanía son mayor a todo amor y a todo reconciliación posible, a toda fraternidad, a todo perdón y a todo abrazo. Porque en esta situación no hay recuerdos que valgan, no hay fotografías que avalen ese amor, no hay nada que le gane al rencor y a las palabrotas, a las miradas insidiosas, y al quiebre. Aunque me convenza de el inmenso amor que siento, de la incondicionalidad, no hay reciprocidad y antes eso no hay piel que aguante..

domingo, 8 de agosto de 2010

Amores imposibles


Muchas veces la contención, los ojos desbordantes de lágrimas, las manos apretadas y el corazón palpitante expresa mucho más que los gritos y la desesperación. Desde que me senté en esa platea, no sabía cómo habían pasado esos días delante de mi y ya estaba pegada en ese escenario esperando la salida de aquél personaje y sus versos estremecedores. No había grito que reprodujera lo que sentía, sólo los aplausos y el reconocimiento de su maravilloso arte que mueve a muchos.
Gracias por la compañía, el silencio, las conversaciones y la amistad.

Así yo canto para recordar
que sigues a mi lado,
que aún sueñas despierta porque así
vencemos el cansancio.
Así yo canto para recordar
que aún seguimos vivos,
si no ves más allá de tu horizonte
estaremos perdidos..

viernes, 30 de julio de 2010


Hoy tuve que responder una pregunta algo complicada: "¿en qué consiste para usted la felicidad?". Lo medité unos minutos y comencé a responderla con fluidez, me dejé llevar y escribí incansablemente, hasta que puse el punto final. En resumidas cuentas, contesté que a mi parecer la felicidad no es tan 'efímera' como mucha gente lo predica, existe una construcción incansable, un compartir con el otro la vida, que hace de los días el resultado de una sonrisa. Además, subraye la idea de compartir, de solidarizar y acompañar al otro, que la felicidad es un constante vivir, y lanzarse a vivir sin prejuicios y cuestionamientos.
Pero así como dije lo que consiste para mi la felicidad, puedo describir lo que me hace mal, y lo que me destruye. Lloro por mis frustraciones, que generalmente se deben a las expectativas que tengo con relaciones personales, porque espero mucho del otro, porque me ahogo en mis culpas y me congelo en mis miedos, porque me ilusionan las construcciones y mis deseos internos que no muchas veces ven la luz, por preferir el bienestar del otro (mi tarea pendiente). Aún me tranco cuando algo no encaja, porque soy incapaz de dejarme llevar, porque debo calcular todo las consecuencias y medir mis palabras alborotadas, para no herir a los demás, porque morderme la lengua es lo mejor, porque mis ojos me siguen delatando ante tanta envidia e incongruencia, porque a veces mi piel no aguanta lo suficiente y me dejo entre ver con un cigarrillo en los dedos y un café entre mis manos. Además, las lágrimas se me escapan cuando las esperanzas se van, cuando los cambios no surgen y seguimos de pie con las manos atadas y el corazón empeñado.
Hoy sigo fascinada con las construcciones, con las esperanzas y el corazón en cada uno, con la idea fija de sonreír siempre, de no dejarme temblar por lo ajeno, y cagarme de la risa hoy y mañana, salir a correr a la lluvia y fumarme un cigarro acompañada. No me permito frustrarme por otros, eso ya no vale.

domingo, 25 de julio de 2010

Yo y los quiero.


Quiero despertar a eso de las 12 del día, con el sol invernal pegado a mi ventana y mis gatos dormidos a mi costado. Quiero gastar mis horas viendo House y alucinar con eso, quiero transformarme en Cuddy, para que un hombre con esa creatividad y entereza me haga temblar y me haga renacer a diario, sin ser camaleón; para que esos ojos y esas carencias me hagan temblar todas las mañanas, para reír sólo de verlo y a la vez, ser densa y suspicaz. Luego, ser Maga y enamorar a Horacio Oliveira ser omnipresente y que piense: ‎'La Maga no sabía que mis besos eran como ojos que empezaban a abrirse más allá de ella..' Que un día me enamore con los paseos en París y nunca deje de hacerlo, a pesar de regresar una y mil veces. Al segundo quiero reencantarme con mi vida, con sus destellos y vaivénes, quiero dejar de cagarme de miedo por lo que pasó y por lo que creo que pasará, quiero entregarme a la idea de vivir y no ser un personaje ni transformarme en él. Aunque sé 'que todos mienten', quiero confiar una y mil veces, quiero olvidarme de los daños, de las malas intenciones y de la hipocresía, quiero renovar caras, energías y expresiones, quiero dejar de escuchar 'eso no' 'no me gusta..' 'na que ver contigo' ¡juicios y prejuicios mal cimentados! Quiero calentarme los pies y andar en bicicleta en las tardes, bailar cueca y leer por las noches, quiero comer chocolate por las noches y dormir sin remordimientos, embriagarme de compañía y panoramas.
Tengo un serio problema con los 'quiero', aunque de a poco llegan.

viernes, 16 de julio de 2010

Mientras


Con la nariz helada y un cigarrillo humeando en mi velador, con un sonido dando vueltas mi cabeza, y un incienso dándole olor a esas paredes llenas de cansancio. Construyo castillos de arena en mi cabeza, sueño a partir de la nada, creo y diseño situaciones, me divierto en eso hasta que cualquier destello de realidad me hace caer y destruye esa posibilidad de acción y reacción. Pero aún sí, creo que ese destello de realidad que se inmiscuye en mis creaciones, es aquél cable a tierra que me mantiene alerta y vigilante, fascinada con lo que ocurre en la realidad más que en mi cabeza llena de locuras. Quiero cinco días para reposar mis neuronas y mis esperanzas en esa almohada con olor a ilusión rechazada, unos 3 días más para embriagarme de letras y recuerdos, para aprovechar esa nostalgia para salir a caminar, con envolverme de ese viento y las dulces tardes de invierno. Y todos los demás para invadirme de amistad y mate, películas y carcajadas, canciones y caminatas, necesito de energías, de esas respuestas y si es imprescindible de lágrimas, quiero sol y una cerveza al atardecer, quiero música y luz.
Mientras tanto, los espero con mi cigarrillo..

Somos