jueves, 26 de agosto de 2010

El mar de la infancia y el de hoy


Nos volveremos a encontrar.
Mientras, yo sueño con esos viajes con olor a infancia y lana de alpaca, con esos inviernos al lado del mar, mientras corríamos y la lluvia del sur nos acechaba. Cuando aprendí a amar el viento y a disfrutar de ese silencio que necesito.
Con el paso del tiempo, he aprendido a necesitar el mar. Se me eriza la piel pensar en ese momento tan esperando, sentada en la arena, con los pies enterrados inquietos de frío, con el pelo revuelto por el viento, y frente al poder del mar. En ese mismo lugar donde estuve hace unos meses, donde he bailando en la arena caliente, mientras el sol me quema los hombros, donde se refrescan alegrías y se van las penas. Bendito lugar que revitaliza, transforma, y guarda tantos secretos y recuerdos, te sueño y espero, como anoche te dibujé en mis sueños, junto a esas sonrisas conocidas, a esa piel morena y feliz, a esa amistad.
La ciudad no la dejo, pero el mar, sin duda es el mejor regalo. Ayer lo quería, ahora necesito el mar, el silencio y caminar sola.
¡Quiero el mar de la infancia, el mar del año pasado, quiero el mar!

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