jueves, 25 de noviembre de 2010

¿Por qué amo tanto?


Crecí en un hogar lleno de amor, con unos padres y abuelos magníficos, con hermanos muy protectores y el dulce sabor de sentirse amado en todo momento.


Desde allí aprendí a amar, desde las entrañas hasta la voz, desde las lágrimas al corazón, aprendí a acompañar, a adorar los domingos en la casa de los abuelos llenos de primos y tíos, a las sobremesas interminables cada fin de semana, a encariñarme con esos pequeños detalles.


Esperaba salir de clase para ver ese rostro materno y recibir el mejor abrazo camino a casa, pues es esa mujer con esa calidez tan especial, con las palabras justas y una tremenda empatía la que sin premeditarlo me enseñó a amar infinitamente.


La concepción de amor que tengo sellada en la piel es consecuencia de lo que vivo, de lo que siempre experimenté en mi familia, de la delicadez y silencio de mi abueli, de la alegría interminable de mi tata, del cuidado y la piel de mi madre, de la transparencia y nobleza de mi papá: ellos han sido y fueron el colchón de cada caída, el soporte más fiel de mi configuración.


¡Allí está mi ser!


Amo tanto porque así soy, porque no sé cómo no se ama, porque en el amor está la fuente de todo principio, de toda construcción, de todo fundamento, de toda pasión.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

De a poco


Esto es una lucha constante, una pelea entre mis instintos y mis razones, que muchas veces no sé cómo lidiar, más bien dejo que el día pase, que las horas consuman mis deseos, que la inactividad se coma mis pensamientos y los arroje a kilómetros de mí.


En mis horas nocturnas las luchas son más extensas, el calor primaveral no me deja en paz e insiste en rememorar palabras, sabores, hasta episodios de hace unos años. No sé qué quiere conseguir, mientras bebo litros de agua para saciar mi sed, específicamente esa sed que me acompaña de día y de noche, y hasta en mis sueños.


Creo que el tiempo no se ha sido mi gran enemigo, he aprendido a convivir con él, aunque los días han pasado lentos y nostálgicos, intento vivirlos como siempre, como aquella vez, como antes, como hoy, como me enseñaron.


Sigo esperando algo, sigo con la convicción cada mañana, con tu nombre pegado a la almohada, con las palabras guardadas en la garganta, con la primavera de telón de fondo y mis ganas incansables de seguir adelante.


De a poco le voy tomando el sabor a la vida, voy recogiendo lo que alguna vez perdí, reconstruyo caminos y vuelvo a probar ese matiz que tanto amaba de mi vida.
Espérame, allá voy.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Un día menos para ti, un día más para mi.


Una vez más no hice mi cama.. la dejé inconclusa y helada, a pesar del calor primaveral.
Como todos los días de mucha pega, me levanté sólo para trabajar incansablemente en esa silla, achinar los ojos de tanto leer y rebuscando ideas para los infinitos trabajos.
Cada dos palabras escritas en ese lugar, en seis segundos pasaban cinco años por mi cabeza: dudas, preguntas, propuestas, sonrisas, letras y lugares.
Me repito que no sé qué hacer, en realidad no haré nada por las siguientes horas, quizás hasta cuándo.
La sensación de no sentirme amada sigue agolpada en las murallas, recordándome mientras lagrimeo que debo ser fuerte y serme fiel. Pero la puta sensación de sentir que pierdo, que la lucha me ganó, que no fui capaz, y que perdí esos ojos, me duele y es permanente.
Tal vez, en algún momento, fui yo quién falló, di un paso en falso que tiene como consecuencia este permanente dolor silencioso.
Sigo esperando algo como una fiel enamorada, espero que los días se agoten con rapidez para olvidar el dolor, para hacerme la loca con ese deseo de correr nuevamente a sus brazos, sabiendo que la decisión ya no me pertenece.
No me la puedo, sé que no me la puedo.
Ya no espero que las cosas cambien, sólo espero..

Suena: Sin ti a mi lado - Ismael Serrano.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Esperar sin saber hacerlo

"Amárrate los dedos y muérdete la lengua" frase que me he repetido toda la tarde


No me permito decaer, no puedo hacerlo, si hasta para lagrimear me limito.


Pocos saben de esto, los puedo contar con una mano, siguen desde lejos mis pasos y están atentas a mis caídas, a mis desfallecimientos y mis actos, sin pronunciar reproche alguno, sólo para contener cualquier percance.


No sé qué siento, tampoco sé cómo debería sentirse la gente cuando pasa por algo así. Cuando me lo preguntan intento ser muy sincera, pero reservada "estoy bien", porque en realidad lo estoy, pero al cerrar la puerta de mi pieza comienza el recordatorio de imágenes, de sabores, de olores, frases escritas en las murallas.


Esa sensación ya no me pertenece y sigue aquí. ¿Qué hacer? Si me repito que no tengo qué hacer, que no soy yo la responsable, pero me dicen que siempre hay algo por hacer como el título de este lugar y como la sabia frase de Ismael.


Quizás sea mejor que el tiempo haga lo suyo, limpie heridas y corazones.
La verdad es que no sé, es el tiempo del desconocimiento, del amor propio y de la espera sin esperar nada. (¡no sé esperar!)

Somos