sábado, 30 de octubre de 2010

Y acabó


No sé si acabó el amor, pero si se acabó el intento por mejorar. Hoy se acabaron los años acompañados por el mismo rostro, las mañas conocidas, los olores y sabores compartidos, la calidez de esos labios, esos ojos brillantes.


Hoy, esa mano de 'empanada' dejó de sostener la mía, para buscar lo que la mía no podía aguantar, para hacer camino en solitario, para satisfacer sus inquietudes múltiples, para recorrer la vida con la velocidad que lo caracteriza, para hacer lo que quiera sin compartirlo, en fin, para constituirse desde la individualidad.


Yo me quedo así, como estoy ahora, con las manos heladas, las lágrimas a punto de salir, con la maldita sensación de que no hay nada más por hacer, que mi piel se cansó de esperar respuestas vagas y que sólo maquillaban un poco la realidad, que mi cuerpo abatido no daba una lucha más en vano, mientras el compañero divagaba alegre en otro extremo.


Qué sensación más ingrata la de no tener más por hacer, la de sentarse a esperar mientras se manifiestan las opciones y el dolor de mierda sigue más presente que nunca. Mi cuerpo no da más, me ha enviado señales hace tiempo, advertencias que jamás tomé en cuenta: hoy es distinto, estoy a medias tintas de la cabeza a los pies, pasando por el corazón y las entrañas.
Ya no hay lucha que mi cuerpo aguante.


Las palabras no tenían más función que llenar espacio, que romper el silencio y esa distancia de los cuerpos. Ni siquiera los ojos se encontraron en algún momento, y un gesto del uno al otro fue inmediatamente bloqueado y desecho.


No sé qué hacía ahí yo, si no estaban las respuestas que esperaba, las propuestas eran vacías, el amor no daba más, los años no pesaban, las imágenes, los recuerdos y los olores no valían la pena en ese momento. El egoísmo era rey entre los cuerpos, pensar en el otro era casi una burla y yo me seguía repitiendo "¿qué haces tú aquí?"


Esto ni siquiera es un acuerdo, ni una decisión tomada en conjunto, solamente es un final.


Caminé sin mirar atrás, ni siquiera pude decir un adiós. No titubié, mis pasos actuaban por mí, mientras pensaba y rememoraba una y otra cosa, me repetía frases para no desfallecer. No me permití sentarme a pensar, ni a digerir, ni siquiera a botar lágrimas, ni esbozar una palabra referente al tema. En silencio me senté a escribir, mientras las melodías de siempre me hacían lagrimear: ahí estaban los años, las conversaciones en serio, las proyecciones, las sonrisas, la incondicionalidad y el amor por sobre todas las cosas.


Por el momento, no hay juicio que valga la pena, no hay comentario certero, ni mucho menos explicaciones que dar.

viernes, 29 de octubre de 2010

Quienes me visitan al anochecer


Cada día despierto con ese sabor a esperanza que me dejan los sueños, con rostros conocidos pero a la vez tan lejanos.


El tiempo ha hecho lo suyo, y me hace recrear episodios desde mi subconsciente hasta el consciente, para recordarme que ellos aún siguen ahí, que los días no nos han separado más allá de los kilómetros y las responsabilidades.


El amor y la necesidad han traspasado las caricaturas nocturnas, aquellos sueños sin hilo conductor, cobran sentido cuando abro los ojos y unos las historias, cuando mis oídos piden escuchar esas voces, cuando mi piel pide un abrazo, cuando necesito simplemente reír con ellos.


¿Qué dirán ellos de la distancia?, ¿qué pensarán del paso de los años?, ¿habrán cambiado tanto las cosas como para no necesitarnos?, ¿cuándo volveremos a encontrarnos?


Mientras me cuestiono, mis dedos bailan al son de una canción, y escriben a aquellos rostros que me han visitado estos días, que concurren mis noches para remecer mis soledades y saber que cuento con ellos.

martes, 26 de octubre de 2010

Mirándome de frente


Dejando reposar lo que pasó el domingo, aquél reencuentro con rostros que significan tanto para mí, aferrados a las lágrimas y en una situación tan particular y dolorosa: saqué unas cuantas conclusiones de acuerdo a mí (la autorreferencia me persigue).

Todos reconocemos en algunas personas fuentes de energía inexplicables, la sonrisa tierna que esperamos cuando la nostalgia se apodera de la expresión, el abrazo que hace vibrar aunque la tempestad siga latente, y las carcajadas que son el mejor remedio.

Me declaro culpable y dependiente de aquellas fuentes, de esos momento que perduran hasta hoy, de las energías para hacerlas perdurables, de las arrancadas fuera de Santiago, escapadas al cerro a gritarle al viento lo destruida que me siento, las caminatas por el pasto (mi nueva terapia) con el sol golpeándome los hombros y el sabor a chocolate entre los labios.

Soy culpable, además, de quedarme pegada entre recuerdos (sé que somos en ellos, pero aún así), de rememorar en mi mente, de guardar olores y sabores característicos, de perpetuarme en abrazos y vivir desde ellos.

Esto sólo tiene que ver conmigo, no con los demás, he sido yo la responsable de atar cabos, de armar castillos reales y de formar amistades, he cultivado las ganas de decaer y he esperado incansablemente las energías vitales, que vengan a mí y simplemente me invadan.

Ya es tiempo de tomar en mis manos la vida, de decidir y hacer (aunque no quiero decidir), de mandar a la mierda lo que me hace mal y ponerme el escudo que corresponda y vivir, porque amo hacerlo. Enfrentar, apaciguar, celebrar y no dejarme abatir, no puedo permitirlo una vez más.

¡A vivir!

sábado, 23 de octubre de 2010

Mi reclamo


¿A quién debo exigirle mis días felices?
¿A quién debo reprocharle la amistad?
¿Con quién debo hablar para que mis días vuelvan a tener color?
¿Qué debo hacer para revivir, recobrar y revitalizar?
¿A quién cresta le reclamo esto?
¿Quién arreglará mis días?
¿Quién le volverá a dar el curso que perdí?
¿Qué día la amistad embriagará los espacios y las lágrimas?
¿Quién se llevará mis días grises y opacos y me entregará luz y sonrisas?
¿Quién me regalará ese viaje que tanto anhelo?
¿Quién me regalará esos rostros que extraño?
¿Qué día podré celebrar?
¿Qué sueño me acompañará mañana?
¿Quién me dará las conversaciones que más espero?

viernes, 22 de octubre de 2010

Las respuestas que busqué


Soy una convencida del poder de Dios en mi vida y en la de los demás, en que somos seres libres capaces de escoger nuestra felicidad aquí en la tierra, y que cuando Dios mete su mano, todas las cosas son beneficiosas y fructíferas.

Me cuesta reprochar el curso de las vidas ajenas, mientras veo la felicidad reflejada en sus ojos, y la vocación viva desde las entrañas hasta la piel; es más, agradezco el don de la vida en aquellos quienes gastan todo por lo que los mueve, por ese fuego inmenso que transforma y revoluciona, porque a veces no son necesarias las razones para amar.

Yo me quedo con el sabor a vida entre mis labios, por ese amor fraterno que armoniza y que se queda pegado en la piel. Hoy me quedo estremecida entre tanta soledad y desconsuelo, con los ojos cristalinos en búsqueda de la verdad, acompañando desde la frialdad este momento carente de sentido para todos nosotros, quienes esperamos respuestas y soluciones.

La respuesta está, en alguna parte hay alguien que le da sentido a todo esto, quien guía los pasos no sólo de ese hombre con pipa en mano, sino que de todos nosotros.

Ya no hay momento de cuestionar, de preguntarse qué cresta pasó por su cabeza, es momento de acompañar en silencio desde la oración hasta las lágrimas, de no olvidar esa tremenda figura, las palabras y la prestancia. Sólo queda calmar el alma, dar sentido a todo este amor regalado y no permitir que la vida nos aleje de sus pasos..

Nos vemos en la próxima vida

domingo, 17 de octubre de 2010

Necesito


Luz, esperanza, tranquilidad, un nuevo suspiro, revitalizar energías, soledad, elección, calidez, permanencia, confianza que sé dónde perdí, amistad certera y sostenedora, pensar en mí en mí en mí y sólo en mí. Intoxicar mis horas con amor de madre, leche con chocolate y un buen libro de Nicanor Parra, con el mar frente a mis ojos derribar mis miedos a punta de lágrimas y dolor, rechazar relaciones venenosas y destructivas, embriagarme de solidez y fraternidad. Reafirmar amores y botar muchos que no sirven de na', regalarme sonrisas, coqueteos, y toneladas de hermandad. Y por último, una buena conversa, que destruya todo mito, que no deje nada pendiente y que mi lengua se canse de decir verdades escondidas. Todo aquello necesito: no desespero..

viernes, 15 de octubre de 2010

Literalmente cagada


Ya no doy más, en realidad, no doy una.
Todo esto me pasó la cuenta de manera insostenible, donde todo pesa, el corazón, el dolor, los pensamientos, el orgullo, las manos cansadas, las piernas que tiemblan, y las lágrimas que esta vez no sanan, sólo son expresión de sin sentido.

Esta vez no tengo respuesta, ni siquiera la busco, no me cansaré en rebuscar en mi mente métodos para decir lo qué siento, para que nadie salga herido, alguna vez debo pensar en mí, en las cosas que me dañan y que los demás no se dan cuenta, porque se están mirando el ombligo.

No quiero que vuelvan a pasarme a llevar, no quiero escuchar nunca más una imposición de esos labios tan secos de generosidad, no quiero sentir esa hostilidad, esas energías cargadas de negatividad, envidia y reproche.

No sé qué mierda necesito, no sé qué pasará, no sé qué espero para mandar a la mierda lo que me tiene atada, lo que no me permite hablar y ser. Ese respeto por el otro, por no dañar sus sentimientos, ese respeto que no practican conmigo, me tiene destruida, me tiene cansada desde el pelo hasta las energías, me ensucia y no me permite avanzar, me tiene sedienta de amistad y de revitalizar.

Probablemente en unos días más llegará la respuesta que espero, ese salvavidas con sabor a chocolate y amor, por ahora invito a todo aquél individuo que crea que me hace daño que se aleje años luz de mi vida, que no vuelva a mirarme a los ojos, que sus labios y palabras no se dirijan a mí hasta la próxima vida, que me deje ser, que desaparezca de mi piel y de los registros de mi vida. A todos los demás, a mi equipo de rescatistas, a mis cables a tierra, los invito a salvarme una vez más, a ser parte de estas lágrimas que me cubren la mirada, de esta frialdad que no me deja tranquila y de este cansancio que recorre mis entrañas.

lunes, 11 de octubre de 2010

No doy una


Maldita sensación de estos días grises, de suspiros vacíos y esperanzas vagas. Ese malhumor que me persigue, estoy tan cansada.

Cansada de responder preguntas vagas y elementales, de contarle a todo el que me cuestione lo que me pasa, de justificar mis ojos transparentes y mis manos frías, de rogar por un poco de silencio, de gastar mis días por algo que quizás no ocurra, de percatarme de la ausencia de todos, de tomar decisiones, de sentirme acorralada, de tener cosas pendientes, de preocuparme una y otra vez por el mismo tema, de soportar a gente que no vale la pena.

Quiero deshacerme de todo, quiero sentirme liviana una vez más, quiero rechazar conversaciones sin sentido, quiero malgastar mis horas frente al mar en un día helado, quiero tomarme un vino en compañía, quiero despojarme de prohibiciones, quiero revivir.

Hoy no tengo fuerzas para contener a los demás, no recuerdo cómo se hacía eso. No sé dónde encontrar lo que quedó de mi en alguna parte, no sé cómo se empieza de nuevo, ni mucho menos sé de dónde se sacan las esperanzas renovadoras que se necesitan para vivir.

miércoles, 6 de octubre de 2010

¡Qué agotador!


Llevo casi un mes de sobrellevar esta extraña sensación. De aguantar dolores con la boca cerrada, aprendiendo a convivir con todo esta noticia inesperada, con un sentir agrio desde las entrañas hasta las esperas desesperadas.

He tomado muchas decisiones en un mes, he dejado de hacer, he optado por callar, he esperado y esperado, he llorado en soledad, he agotado abrazos y esas esperanzas que uno siempre guarda para sonreír. Todo eso ya se agotó.

Nunca me he entregado a la idea de demostrar mi debilidad, no me lo permito, ni se lo permito a los demás conocerlo: creo que ni siquiera lo digo, sólo mis ojos y mis manos frías lo demuestran, me delatan y me evidencian. Cosa que pocos saben descubrir. Por lo mismo, jamás he pedido un abrazo, sólo los robo.

Qué complejo sobrellevar este tiempo, con esta piel tan impaciente e inquieta, con las personas que esperé y otras que me sorprendieron, y las de siempre que me siguen decepcionando. Emocionalmente agotada de preguntas, de esperas, de cuestionamientos y reproches, de muchas negaciones y sobre-protecciones que tanto me alejan.

Agregando a diario preguntas sin respuestas, accidentes y anécdotas con humor negro. Ahora se agrega otro matiz, otra preocupación, otra etapa que es urgente cerrar, que necesito cerrar. No quiero ver más caras pálidas, llenas de esperanza y nerviosismo.

¡Quiero cerrar esta etapa! Necesito revitalizar mis energías, compartir mis horas y llenarme de amor, tranquilidad y esa paz que se me escapó en algún momento, que sé que volverá.

No hablo desde la tristeza, ni de la desesperanza. Hablo desde el cansancio, del agotamiento, del paso de los días lento y sin respuestas, del frío de estas murallas, de la preocupación de mi vida y de la tuya.

Somos