sábado, 25 de diciembre de 2010

Mi feliz Navidad


Esta Navidad tenía otro sentido, cargaba en los hombros las penas y soledades de todo el año, porque lo negativo siempre pesa más, no esperaba más que risas y chistes familiares: entre los cinco integrantes que quedamos.

Participé de aquella liturgia, rezando con los ojos aguados, pidiéndole a Dios que me transformara, que me diera esperanzas, que calmara mi pena y me diera motivos para volver a sentir.

Volvimos casi corriendo a casa, con el hambre que rugía en las tripas, hicimos salud por la Navidad en familia, por encontrarnos siempre en el mismo lugar, con las mismas miradas y las mismas mañas, por recordar los mismos episodios familiares, por saborear el amor desde las entrañas.

Llegaron las 12 de la noche, el nacimiento de Jesús y con él el show de los regalos y agradecimientos, teniendo en cuenta siempre a Felipe, que estaba a mil kilómetros, sólo pasando la mejor fecha.

Comienza el show de los regalos, nombro a cada uno y le entrego un regalo, en ese mismo instante sonó el teléfono, era Felipe, el ya nombrado, para preguntar cómo estábamos, para decir que nos extrañaba y que siendo las 12.30 de la noche se iría a dormir "Mamá, no sientas pena..."

Cuando escuché eso se me apretó el corazón, ¿qué hacía él allá, cuando su familia clamaba su presencia? sus regalos estaban bajo el árbol, al lado del pesebre, esperando por él. Colgaron el teléfono y el silencio inundó la sala, hasta que decidí seguir, debíamos estar contentos y unidos como siempre.

Faltaba mi regalo: todos bromeaban con que no lo habían comprado, con que mi papá otra vez se había olvidado de mí, hasta que con la mejor sonrisa de madre llegó ella, con dos regalos: un paquete y una cajita.

Abrí el paquete, era lo que necesitaba unos jeans, que yo había comprado engañada, me los probé, eran perfectos. Y ahí estaba la cajita dorada, brillando "¿qué será?" Todos especulaban, mientras se me pasaban mil propuestas por la cabeza, era pequeña "un celular", "una cámara", en realidad no tenía idea qué podía ser, hasta que lo abrí: tenía un sobre envuelto en papel volantín rojo.

Me rendí, lo rompí y había una carta con letra de mis papás,la abrí y habían dólares y muchas palabras que no podré retratar. Mientras leía, me tiritaba el párpado, mi mamá lagrimeaba y los demás esperaban que yo dijera algo, pero no podía, la garganta me retenía las palabras de agradecimiento o de no sé qué, porque no sabía que decir. Cerré el regalo y caí en los brazos de mi mamá entre lágrimas, ¡GRACIAS!

La Navidad ya estaba terminando, al menos el momento de reunirnos, mi papá como siempre bostezaba a destajo (el viaje lo había dejado exhausto), mis hermanos querían dormir y a mi mamá la esperaba un montón de platos por lavar, mientras yo tenía que esperar a una última visita.

Me tendí en el sillón mirando el techo, intentando arreglar mi vida, pidiendo un poco de orden en esta locura permanente, pidiendo calidez y regocijo (palabras y actos que me habían dejado hace unos meses atrás)

Pasaban los minutos y el sueño se apoderaba de mí, la visita se había retrasado, y yo seguía luchando con mis párpados, mientras todos dormían yo miraba el techo del comedor, con el árbol de Navidad iluminando el pesebre.

Sonó mi teléfono con unos cincuenta minutos de retraso, la visita venía en camino. Salí a esperar, era la misma persona de siempre pero esquivo, lo invité a pasar e intercambiamos regalos, ¡feliz navidad! Conversamos banalidades, hasta que me dijo: "¿qué cenaste?" Cerré los ojos, mientras me decía para mis adentros: "¿por qué mierda no me da un beso?"

Parece que me escuchó, ni siquiera alcancé a abrir los ojos y ahí estaba esa misma calidez, su manos gorditas, sus ojos inquietos; alcancé a decir "parece que no tengo que contarte que comí.." Allí estaba de nuevo, no quería explicaciones ni conversaciones, simplemente estábamos ahí, con el árbol de Navidad iluminando el pesebre y las paredes de ese lugar, me miró a los ojos y dijo: "¡Feliz Navidad!"

2 comentarios:

AleMamá dijo...

¿Todo eso pasó ayer? ¿Todo cambió entonces? Ojalá sea realidad y todo vaya bien.

CorazónCoraza dijo...

Sí todo eso pasó ayer, en una sola noche, en un par de horas. No sé si todo cambió, al menos aún me salta el corazón, creo que Dios me escuchó una vez más..

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