viernes, 22 de octubre de 2010

Las respuestas que busqué


Soy una convencida del poder de Dios en mi vida y en la de los demás, en que somos seres libres capaces de escoger nuestra felicidad aquí en la tierra, y que cuando Dios mete su mano, todas las cosas son beneficiosas y fructíferas.

Me cuesta reprochar el curso de las vidas ajenas, mientras veo la felicidad reflejada en sus ojos, y la vocación viva desde las entrañas hasta la piel; es más, agradezco el don de la vida en aquellos quienes gastan todo por lo que los mueve, por ese fuego inmenso que transforma y revoluciona, porque a veces no son necesarias las razones para amar.

Yo me quedo con el sabor a vida entre mis labios, por ese amor fraterno que armoniza y que se queda pegado en la piel. Hoy me quedo estremecida entre tanta soledad y desconsuelo, con los ojos cristalinos en búsqueda de la verdad, acompañando desde la frialdad este momento carente de sentido para todos nosotros, quienes esperamos respuestas y soluciones.

La respuesta está, en alguna parte hay alguien que le da sentido a todo esto, quien guía los pasos no sólo de ese hombre con pipa en mano, sino que de todos nosotros.

Ya no hay momento de cuestionar, de preguntarse qué cresta pasó por su cabeza, es momento de acompañar en silencio desde la oración hasta las lágrimas, de no olvidar esa tremenda figura, las palabras y la prestancia. Sólo queda calmar el alma, dar sentido a todo este amor regalado y no permitir que la vida nos aleje de sus pasos..

Nos vemos en la próxima vida

1 comentario:

AleMamá dijo...

Yo también creo en la Providencia divina que no deja nada ala zar y tiene las respuestas que debemos descubrir en las circunstancias que nos van rodeando y en la oración (hablar con Dios, oírlo, no sólo hablar ni sólo pedir).

Nos veremos en la otra vida, pero mientras llega eso -porque llegará- te seguiré leyendo. Escribes de un modo muy especial.

Besos

Somos