martes, 26 de octubre de 2010

Mirándome de frente


Dejando reposar lo que pasó el domingo, aquél reencuentro con rostros que significan tanto para mí, aferrados a las lágrimas y en una situación tan particular y dolorosa: saqué unas cuantas conclusiones de acuerdo a mí (la autorreferencia me persigue).

Todos reconocemos en algunas personas fuentes de energía inexplicables, la sonrisa tierna que esperamos cuando la nostalgia se apodera de la expresión, el abrazo que hace vibrar aunque la tempestad siga latente, y las carcajadas que son el mejor remedio.

Me declaro culpable y dependiente de aquellas fuentes, de esos momento que perduran hasta hoy, de las energías para hacerlas perdurables, de las arrancadas fuera de Santiago, escapadas al cerro a gritarle al viento lo destruida que me siento, las caminatas por el pasto (mi nueva terapia) con el sol golpeándome los hombros y el sabor a chocolate entre los labios.

Soy culpable, además, de quedarme pegada entre recuerdos (sé que somos en ellos, pero aún así), de rememorar en mi mente, de guardar olores y sabores característicos, de perpetuarme en abrazos y vivir desde ellos.

Esto sólo tiene que ver conmigo, no con los demás, he sido yo la responsable de atar cabos, de armar castillos reales y de formar amistades, he cultivado las ganas de decaer y he esperado incansablemente las energías vitales, que vengan a mí y simplemente me invadan.

Ya es tiempo de tomar en mis manos la vida, de decidir y hacer (aunque no quiero decidir), de mandar a la mierda lo que me hace mal y ponerme el escudo que corresponda y vivir, porque amo hacerlo. Enfrentar, apaciguar, celebrar y no dejarme abatir, no puedo permitirlo una vez más.

¡A vivir!

1 comentario:

AleMamá dijo...

Hablando de olores evocadores.... Mira acá*

Un beso. Te leo

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