miércoles, 24 de febrero de 2010

Destello de felicidad


El paso que vamos a dar, es estratosférico, es inmenso, pero sencillamente maravilloso. Es gritar a los cuatro vientos ¡estoy contigo!, es entregarse al otro en plenitud, es comprometerse sin miedo y sin dar pasos atrás, es acariciar nuestros proyectos teñido de amor, es dar pasos acompañado, es tener la convicción de que en cada caída habrá un otro esperándote con un abrazo fraterno, es amar.. eso es. Porque los meses pasan y te sigo redescubriendo, porque las lágrimas no fueron en vano y hoy tienen sentido, porque hoy sonrío, porque me sigo maravillando de tus búsquedas e inquitudes, porque camino junto a tí donde sea y donde nos lleve esto, convencida de este bendito amor.

Era necesario este "reencantamiento", necesitaba volver a conocer cada uno de tus rincones, que a pesar de los años seguían siendo desconocidos para mí, quería volver a sentir ese hormigüeo en mi piel mirándote a los ojos y sentir que me estabas coqueteando como antes, porque te necesitaba al anochecer donde los miedos me acechan, porque necesito de tus palabras y de cada uno de tus certezas que me animan cada amanecer, porque espero ansiosa tu abrazo en cada atardecer para darle sentido a mis esperas y desvelos, porque me encanta hablar de ti y que mi piel se estremezca, escuchar que te admiran y que sos un tipo encantador, porque sí que lo eres.

Te agradezco desde mi corazón hasta las lágrimas, por la conversación de hoy, porque es una muestra de amor infinito, de un cuidado y protección que nadie nunca había hecho por mi, porque me mantienes viva y sonriente, porque esta vida contigo promete, más bien ya lo vivo. Sé que contigo jamás estaré sola, a pesar de tus vacilaciones y espontaneidad tan encantadora. Para precisar todo aquello que me inunda hoy, te siento aquí conmigo, permaneces y trasciendes, aunque sentado lejos de mi, emobaboda con tus gustos y tu música, riéndote de la vida y de los demás, disfrutando siempre.


"Tú reías, y en tu risa yo me veía caer"

domingo, 21 de febrero de 2010

Aún quédate







Se nos va..



Vino a remojar mis neuronas y sacar fuera toda mi espontaneidad, vino a desestresarme y disfrutar de mis noches como siempre lo hice, vino a hacerme reír a carcajadas sin pensar en la responsabilidad de mañana, vino a llenarme de sorpresas completamente inesperadas y nuevas e increíbles compañías, vino a cerrar una etapa de sanación, de tolerancia y de largos procesos de aceptación, de comunicación con aquél silencio espantoso que me acorralaba en las noches. ¡Gracias querido verano!



Dediqué la mitad de mi verano al trabajo por Cristo, a llevar de alguna manera mi fe a quienes no tienen ni viven a Dios, descansé, me despegué completamente de toda labor o responsabilidad que me atara por meses, me entregué en mi cama a noches de lectura apasionada, días de cine con el corazón estrujado y las lágrimas saltaban de los ojos a mi piel, noches de escritura desesperada y ahogada, pero dejando paz aquí dentro acompañado de Ismael. Pero sin duda hay algo que me sorprendió y que es lo que más rescato del caluroso verano regalado y particularmente acompañado: la bendita amistad.



Descubrí, me sorprendí, abracé y agradecí. Es que las palabras se me escapan de la boca y de mis dedos se resbalan para caracterizar de alguna forma lo que viví y aún sigo viviendo, y sé que con mucha fe seguirá, porque es una amistad incipiente, apasionada, donde se entrelazan ideales y luchas, donde juegan y se conjugan risotadas, gustos en común y luz, donde la certeza del amor fraterno y de la verdad es el fundamento que nos mueve y nos motiva. Porque sigo embobada de tanta magnitud, de tantas cosas hechas en un par de semanas, de tantas compañías que jamás lo pensé, de tanta espontaneidad y fluidez, de tanta ternura y simpatía regalada. ¿Cómo lo explico?



Probablemente las personas que vivieron conmigo estas semanas desde cerca, en primera fila y siendo portagonistas, comprenden y serán mucho más elocuentes y precisos para describir lo vivido, pero yo me quedo con que fue lo mejor de este caluroso verano, con que fuí capaz de avanzar y de dejar atrás silencios, aceptaciones y demoras, por sentirme feliz, por sentir plenitud.



Aún falta un fin de semana prometedor, y encantador, pero ya está, es esto lo que me tiene sonriente y satisfecha.

jueves, 18 de febrero de 2010


Necesito de esos días en que el sol no sale,
necesito enterrarme en mi cama y disfrutar de tu piel,
necesito mirarte a los ojos y saber que estás,
necesito presencias y calidez,
pero por sobretodo silencio.
Silencio quiero y solo señales, calor y paz.
Me entrego a la idea de tu compañía
y de sólo contemplarte, pues eso es lo que necesito
Sólo contemplar tu amor.

Esto me huele a plenitud.


Necesito seguir cobijando esta invasión de buenas vibras, y disfrutar de la vida.

Tengo aquella disposición que tanto me reclamaban, tengo plasmada una sonrisa en los labios y un espíritu mucho más tranquilo. Pensar en que algunas cosas ya las he hecho bien, y que la buena compañía me sigue, me da ánimos para comenzar estas hazañas.

Me queda seguir potenciando lo que vaga por mi piel y sacar fuera.

sábado, 13 de febrero de 2010

Otro año más.


Hace 3 años algo cambió en mi vida, una pieza fundamental de aquél juego dejó de vibrar, y se desmoronó todo lo formado, cesó el corazón de esa mujer un día como este, y desde ese día todas las cosas cambiaron. El hecho de que su presencia ya no nos invada, tiene ese dejo amargo de la vida, no hay forma de unirnos nuevamente, y su recuerdo deambula entre nosotros, nuestros ojos hablan de ella y de su paso por nuestra vida.

La sensación de hoy, es de recogimiento, de extrañeza, de hacer un pause con la agitación de nuestras vidas para respirar profundo y sentir su presencia, para dibujar su última sonrisa y escuchar su voz, para renacer ese pedacito de ella en nuestras vidas, donde se quedó plasmada con ese gran corazón y con esos ojos brillantes esperando una respuesta.

Sin duda las pérdidas son parte de nuestro paso por este lugar, pero esta vez me sorprende la falta que nos hace, las cosas que provoca su ausencia, las rupturas y los renconres que deja la ambición y las ganas de más, pasando por encima de quienes sí guardamos ese silencio y respeto por el otro.

El hecho de llevar tu nombre, ya cobra sentido en esta mujer qué tanto te discutió aquél nombre le era tan ajeno, el sabor de tu nombre en mi vida me hace feliz, me tiene alerta, es un recordar constante de tí, de tus ojos, de tu certeza, de tu paz, de todo aquello que hoy necesito. Quédate una vez más con nosotros Olga Parraguirre Luna, haznos vibrar nuevamente con tu silencio y tus ojos brillantes, regálanos nuevamente tu sabiduría y aquella hermosa manera de reunirnos. Quisiera verte una vez más sentada en tu cama, con el rosario entre las manos y esa fe que me mueve montañas, quisiera que me regalaras tus pasos y ese caminar tan tranquilo..

Donde estés, te llevo aquí dentro.. vives en mí.

viernes, 12 de febrero de 2010

Qué podridos todos.


Ayer me sorprendí.

Gracias a Dios no he perdido aquella capacidad, pero ésta vez tenía un matiz negativo y despreciable. Uno nunca termina de conocer a las personas, por más que sean llamados amigos y compañeros de vida, en quienes confiaste un secreto o quizás sólo compartiste un cigarrillo en las noches de invierno, que de un momento a otro, por efectos que son inexplicables, has conocido su lado más perverso y mala leche, ese lado más pendejo y hueón, y puedo decirlo: los desconozco completamente, desconozco esas palabras con ganas de dañar, que son vomitadas en la muralla de la vida, para cagarle la onda a quien sea, sin medir consecuencias. No sé de quienes me rodeo, no sé quienes son esas personas que tanto defendí y que ahora se han preocupado de destruir, con sus comentarios malintencionados, todo aquello que la vida ha sabido unir tan sabiamente, y que es sólo producto de un amor fraterno.

Con los ojos llenos de preguntas, con las lágrimas cayendo en busca de aquellas respuestas, me repito: ¡qué horrible!, qué horrible la mala intención de los demás, el cuestionamiento constante de quienes no tienen idea de la vida, que no son capaces de perdonar ni de crecer, la creatividad constante para inventar cahuines y malentendidos, pero ¿con qué causa?, ¿por qué cresta ese afán de hacerle mal a los demás?

De qué hueones más podridos me rodeo, que cínismo se vive allí, donde todos son capaces de sonreír mientras su mente planea otra malintención para destruir otra cosa. ¿Cuál es el problema de formar amistad?, ¿cuál es la limitación que los aqueja a ustedes, que proyectan en mi?

Lo digo y lo repito, estoy podrida, gracias a su mala onda, a su mala intención, a su pendejería y cobardía. Estoy jodida, y caliente, con ganas de mandarlos a la mierda, porque no tienen idea el daño que son capaces de provocar, porque están llenos de mierda y desazón, porque son capaces de alzar la voz cuando sus comodidades son tocadas. Porque valen una mierda.

lunes, 8 de febrero de 2010

Gracias a mi té.




No sé por qué estos días les hecho más azúcar a mi té, quizás para olvidarme de estos dolores femeninos y seguir con mis días, sin que mi poca tolerancia me invada completamente. Postrada en mi cama con el té bendito en la mano, intento divagar en las distintas piezas de mi mente, quise visitar recuerdos, incitar lágrimas hasta incluso borra episodios, cual Joel Barish en el "Eterno resplandor de una mente sin recuerdos" (película recomendada por muchos, en la que hoy me reflejo más que ayer), de los cuales quisiera arrancar y tirar a la basura, con algunas cartas que guardo sólo por el morbo de aquella mano que fue capaz de escribir semejante estupidez, hace tantos años.


El primer cuarto, era el de la infancia y en la puerta había un cartel que decía: "Abundancia de sonrisas", entre sin pensarlo, el título ya me aguardaba sorpresas gratas, aunque me lleve un triste recuerdo, que no lo tenía considerado. Entre variados viajes, muchos besos y regaloneos varios, no sólo de mi madre, sino además de mi familia, me encontré con dos sucesos que ahora que han pasado los años, cobran sentido y lágrimas. Las pérdidas siempre me han complicado, me dejan con sabor amargo de por vida, considerando que son crecimiento innato. Situaciones como ésta me producen un vacío, al dibujar rostros, últimos momentos, últimas imágenes que dejé perpetuas en mi corazón, y que son parte de mi gran tesoro, pero al mismo tiempo de mi gran dolor. Dos nombres que sellaron esos años, están plasmados en aquella pieza tan iluminada y tan acogedora, dos personas que ya no comparten conmigo esta gran ciudad, que me acompañaron en mi crecimiento, no vieron mis caídas, ni fueron partícipes de mis triunfos, llamados desde lejos con anticipación, a mis ojos, que preparando el camino y la familia para aquella eterna despedida, que Dios me dió la oportunidad de participar con reducidos años.


Cerré la puerta, las lágrimas se me secaban en la mejilla, apreté los ojos con fuerza y suspiré, para seguir el camino, aún quedaban algunas puertas por abrir. El pasillo de mi mente era muy propio, me sentía a gusto, además de ser espacioso y curvo, ni siquiera yo tenía le certeza de dónde nos depararía aquél camino. La siguiente puerta tenía algo que me inquietaba, la frase en la puerta era algo así como: "Caídas, rasguños y ¡a crecer!", no me quedaba más que entrar y sacar fuera aquella incertidumbre e inquietud que me invadía. Cerré la puerta tras de mi, y ahí me quedé, pasmada de tanta lágrima repartida en mi adolescencia (que siento que aún la vivo, aunque los años sigan pasando sin misericordia por mi), tanto amor desparramado a quienes no lo merecían, muchos de los que hoy no son parte de mi acogedor corazón, que jugaron, manipularon y estrujaron el mejor regalo del ser humano: el amor. Me vi entregando y esparciendo mi ternura, sin esperar respuestas, es más.. me conformaba con una sonrisa, un estrechez de manos, un susurro, lo que quedara en los corazones vacíos que me rodeaban. Agotada de las sombras de su amor vago y fugaz, me entregaba a las lágrimas, buscando remedio y consuelo en ellas, de algo que no tenía mayor respuesta que el vacío, la no correspondencia, la falta de sensatez y escucha: de ahí aprendí a regalar mi tesoro a quienes sintiera desde muy dentro que lo valían, que serían compañeros en mis luchas y en mis derrotas, que acogerían con y desde el corazón mis sonrisas, mis abrazos y mi entrega. El resultado de ese cuarto, tenía directa relación con la mujer que está aquí, haciendo bailar sus dedos en el teclado, con una mano en el tazón de café y la otra alzando el cigarrillo a la luna, con ojos vidriosos de tanta emoción y manos cálidas de tanta pasión a punto de explotar .


En ese cuarto me encontré, me vi y me acepté, por fin di aquél paso que tantos años de reproches y cuestionamientos, lágrimas y más lágrimas me costó, di sentido a mis malhumores, colorié mis enojos y embellecí mis letargos, dejé mis verdades tal cual estaban, pues por sí solas tienen un brillo especial, más bien las dejé salir con mayor fluidez, eso era lo que faltaba. ¡Qué proceso más rico y encantador!, tan motivante y tranquilizador.


Aquí dentro desde ahora se vive una paz indescriptible.




Y toda esta reflexión, gracias a mi bendito té.

sábado, 6 de febrero de 2010

Me senté a conversar con ellos.


Se nos va la vida, despojándonos de nuestro miedos y temores.

Entre nuestros dedos pasan horas y días, cuestionándonos e interrogándonos sin sentido, haciendo que todos los días de luz, se conviertan en tormentas, en días nublados y abrumados, donde faltan sonrisas y abrazos, donde el malhumor por encontrar aquellas respuestas abundan.. así mismo se nos va la vida, entre dolores de cabeza y preocupaciones estúpidas.

Hoy he decidido despojarme de aquél maldito temor que se ha apoderado de mi por años, y de los que se han acumulado con mi madurez, por aquél natural afán del hombre de hecharse encima todo aquello que lo ata y perturba. Estos días he querido describirlos, delimitarlos y ponerles fin; me ha costado, porque entre mi cabeza y el estómago circulan aquellos miedos paralizantes, que cargan años, lágrimas y pesares. Por fin pude sentarme a conversar con ellos, encontrar su causa, y sanarme. El primero de todos fue la soledad, aquella que experimenté desde pequeña, y que a menudo me visita, para volver a cuestionarme, viste de café, me mira fijamente, es severa, pero tiene aquél lado tierno que me cautiva, es necesario pero muchas veces abrumante, logró mirarla a los ojos, y le digo: "ésta vez no has venido por mi, ¿cierto?, no necesito de ti, me he sentido feliz y he tenido bastante de tu presencia, me visitas a menudo, pero nunca he podido sostenerte de la mano, para que de una vez me digas qué quieres.." Me respondió, luego de vacilar: "sé que necesitas de mi, no es necesario que me lo digas.. lo sé, es bueno tenerme. ¿Qué quiero? no sé qué quiero, más bien, nunca me lo he preguntado, sólo sé que vivo de tí, de tus caídas, de tus encuentros, de tu sonrisa, de tus lágrimas"

Luego de aquella respuesta, pude darme cuenta de que este sentir sólo era parte de lo que produzco, de lo que aquí dentro resuena y hace poco más veces de las que quisiera. Entendí por fin que sus visitas no son más que la ausencia de un otro, que esta "soledad tan concurrida" puede llenar, consíste entoces en abrir paso a cosas nuevas, dejando que esa visita tan inesperada deje de serlo, y venga cuando yo la llame.

El dolor es temor casi colectivo, es deseperante sentirlo, no sabemos cuándo acabará ni siquiera estamos seguros del por qué de su presencia, más bien lo llevamos en nuestros ojos, y marcado en la piel, como el recuerdo de un suceso frío y marchito. Lo rechazamos, lo esquivamos, lo llevamos constantemente porque lo hemos vivido, porque esta interno en nuestras entrañas, porque al hablar de él, nuestro cuerpo habla, nuestras lágrimas hacen su aparición, y la piel se eriza al recordar más de un momento de aquél sentimiento. Lo encontré, y no me fue difícil, era cosa de preguntarle a mis lágrimas, ahí estaba pegado a los momentos más fríos de mi vida, que al recordarlos, vuelve a mi ese personaje. De ojos negros y piel clara, me acerqué sin pensarlo dos veces y le dije: "nunca te he necesitado, mas visitas mis días y te paseas, dejándome desolada y muchas veces sin respuesta. Sé perfectamente tu objetivo, porque es ley de la vida, pero ¿podrías ser menos despreciable, quizás más llevadero?" Se puso de pie, y con un aire desolador, me susurró: "El problema de los hombres, es que me rechazan, y no me permiten entrar a sus vidad de manera tal que no los dañe, es mi escencia, pero además, es culpa de los humanos que no saben llevar mi peso, que me alejan de sus vidas y no me tratan como un amigo.." Me dijo más de lo que ya sabía, no había remedio, había que aceptarlo y vivir con él, había que sobrellevar su peso, de él jamás podría escapar. ¡Qué resignación! ¿qué más quedaba?, por culpa de aquél sentimiento me he sentido cansada de vivir, cansada de días preguntándome el por qué de aquellas pérdidas, el por qué de esas distancias y de esas frías relaciones, de estas lágrimas y de las de ayer.. las de mi vida.

Caricaturicé mis miedos, para hacer de ellos un llevar más liviano, para darle sentido a mis vacíos constantes, para sentirme centrímetros más libre y sanada, para dar espacio a todo aquello que reprimo para sonreír, para darle vida a todo lo que sale de mi, que al fin y al cabo es una parte de todo lo que soy.


"A veces es difícil ser, y lo que hay no siempre es lo que es, y lo que ves no es siempre lo que es"

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