jueves, 30 de septiembre de 2010

¡Maldita crisis!


Hoy se cumplen 21 años de mi nacimiento. De aquél viernes 30 de septiembre en que apresurada, con más de unas semanas de anticipación fui recibida en los brazos temblorosos y la sonrisa nerviosa de mi mamá. Ya han pasado varios años, y aún esos recuerdos hacen eco en estas murallas: “a esta hora ya habías nacido y yo había llorado toda la noche, mientras estabas en incubadora”, “yo no podía creer el precio de ese parto…” y otras tantas citas de los labios de mis papás.

Bueno, aquí estoy, con esta crisis húmeda y silenciosa, con los recuerdos en cada lágrima, con las voces rozándome la piel y la sabrosa añoranza de esos cumpleaños de infancia, llenos de personas, de abrazos, de regalos y de juegos, ni siquiera había tiempo de aburrirse, ni de lamentar. Los globos, las sorpresas, la torta de mamá y la columna interminable de regalos, que el sólo verlos me hacían feliz.

Con el paso de los años, he aprendido a no esperar nada. Los amigos son contados con los dedos de una mano, las llamadas telefónicas se acotan, los regalos son poquísimos y la compañía se hace imprescindible. Las celebraciones son menos pomposas, sí hay espacio para aburrirse, pero más bien para recordar.

Vivimos del pasado, como aquella película que me hizo estremecer, vivimos recordando el pasado y sonriendo desde él, mis papás están más cansados, entre las canas y las mañas se delatan los años, mis hermanos ensimismados en sus proyectos y en la individualidad, mis abuelos no están, ya no recibo esas llamadas telefónicas lloradas y tiernuchas, ya no se celebran los cumpleaños un soleado domingo en las águilas con las caricias de los tatas.

Sólo quedan los recuerdos de esa niñita de melena, con zapatos ‘mafalda’ y bailarina como ella sola ó de la menor de cuatro hermanos que lloraba con el viejo del saco.

Algo queda, de eso algo queda.

Serán los años, pero la idea de hacer balance me rodea la cabeza, la idea de que estos años no pasen en vano y que la espera de mi cumpleaños sea cada año menos emocionante.

Es cierto, queda tanto por hacer, quedan tantas lágrimas por desperdiciar y tantos abrazos por regalar, quedan conversaciones pendientes y viajes infinitos que emprender, quedan desilusiones y crecimiento. Queda, sí queda.

Espero no desanimarme en el camino, y estos cumpleaños sigan teniendo ese sabor a infancia y perpetuidad.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Un amor de aquellos


Ese amor que espera, que acompaña y que sonríe.

Ese amor esperanzador, que agota todas las posibilidades y que fortalece la vida.

Ese amor que se perpetua y transforma.

Ese amor lleno de desafíos y proyectos.

Ese amor luchador y comprometido.

Ese amor con sabor a eternidad.

Ese amor estremecedor y refrescante.

Ese amor que da energías y que agota los minutos.

Ese amor silencioso, pero compañero incondicional.

Ese amor lluvioso, primaveral e invernal.

Ese amor amoroso, fuerte y trasgresor.

Ese amor cálido, efervescente y total.

Ese amor completamente loco y trastornado.

Ese amor fiel y a prueba de balas.

De ese amor me enamoré.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Amistades


Todos se llenan la boca hablando de aquellos clichés sobre la amistad, sobre los amigos partner, sobre aquellos que acompañan siempre, en las buenas y en las malas, esos amigos que sostienen y solidarizan, los amigos que se alegran con tus triunfos y lloran tus derrotas, sobre los mejores amigos, que jamás traicionan, que nunca abandonan. Esos amigos..

Lo quiera o no, me he encargado de llenar mi vida con amistades que no quiero, con amigos que recurren a mi sólo cuando su vida no tiene salida, cuando están ahogados en un vaso de agua, cuando no tienen espacio y necesitan que alguien los escuche y les arregle la vida. Y yo la gran culpable de que esto pase y siga pasando.

Yo me encargué de escucharlos a todos, sin escucharme, estuve ahí incansablemente, aunque por dentro pedía que alguien me preguntara "¿cómo has estado?" "quiero saber de tí".

Yo me encargué de mostrarme fuerte y casi superheroína, que podía arreglar sus vidas con un discurso estructurado y esperanzador.

Yo me encargué de crear mi vida feliz (que lo es) y mostrarle al mundo que con un poco de amor, mucha voluntad e ímpetu es posible todo.

Anhelo la reciprocidad que tiene la amistad, ese abrazo tan esperado cuando flaqueas y la debilidad se apodera de los días, esa llamada inesperada y esas palabras que te arreglan la vida sólo por unos minutos, pero que es el mejor remedio.

Es por eso que sólo puedo contar con muy pocos, sé con quiénes puedo correr destruida y me compondré con esa atmósfera y esa luz; sólo pocos me acompañan en los proyectos de la vida, animan mis sueños, y son las palabras que siempre quiero escuchar.

Quizás siga estando ahí incansablemente para esos "amigos", quizás siga intentando construir una amistad fructífera y espontánea, quizás en unos días más me olvidé de sus ausencias y perdone, quizás mañana todo cambie.

Por el momento agradezco esas pocas personas, que vienen a tomar once conmigo un viernes por la tarde, que salimos a caminar un domingo y a sacar fotos, que vemos una película para morir pero nos reanimamos con un helado de chocolate, que conversan con mi mamá y se burlan de mi, que cuestionan mis actitudes, pero que reaniman mis luchas.

¡Gracias, les amo!

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Búsqueda incansable


Busco incansablemente algo.
Busco mantener lo que tengo.
Busco esa paz que en alguna parte la deje.
Busco asombrarme con tu sonrisa todos los días.
Busco ese sabor a esperanza en todas las cosas.
Busco esa reconciliación tan esperada.
Busco romper esa pared de indiferencia.
Busco reconstruir relaciones.
Busco reencuentros.
Busco esas historias de viernes por la noche.
Busco esos viajes de infancia y chocolate.
Busco tardes de sol, viento, compañía y helado de chocolate albahaca.
Busco cueca, salud y celebración.
Busco superar timidez y orgullo.
Busco permanecer.
Busco conjugar esquemas.
Busco espantar el miedo.
Busco consolidar actos y relaciones.
Busco aire, espacio, silencio y luz.
Busco hermandad, es lo que más necesito.
Busco de esos abrazos reconfortantes y como pocos.
Busco canciones, anotaciones y palabras.
Busco que el viento desordene mi pelo y mis pensamientos.
Busco un remezón.
Busco atrapar tu luz.
Busco más búsquedas.


jueves, 2 de septiembre de 2010

Enfermedad

Sin quererlo, ni pensarlo, vengo de una familia cancerosa.
Todas aquellas mujeres de ojos tiernos y luminosos se la ha llevado esa enfermedad, está en mis venas, en las de mi madre, en las de mis primas. Siempre le hice el quite a hablarlo, nunca me gustó recordar esos episodios que constituyen mi familia: miré con dolor cada fotografía, presencié lágrimas y gritos de desesperanza, me encargué de esa herencia y me llené de valor para que el silencio se encargara de lo demás. Quién sabe si alguna vez me toque a mí, quizás el momento llegó, llegará o se desviará, quizás me toque sobrellevar otra lucha más y no ser la protagonista, como en las otras tres historias. La enfermedad vino a tocar mi puerta y yo no la escuché, me dió señales y se manifestó por fin: preparada o no llegó, y me siento débil y necesito a la Gringa con su paz, necesito sus manos tomando las mías, necesito el pecho de mi madre que me cobije, necesito las convicciones y la fuerza de mi papá y la infinita luz de Dios. No sé cuál será el diagnóstico, ni el tratamiento, ni de dónde sacaré fuerzas para escuchar buenas o malas noticias, no sé quién tomará mi mano, ni menos sé si la desilusión seguirá aquí.
No quiero saber de choques, de enfermedades, de dolor o de desilusión, no quiero dar ni escuchar explicaciones, no tengo fuerzas para reclamar ni siquiera para escuchar..

Somos