lunes, 30 de agosto de 2010

Cuerpo


He tenido la convicción de que nuestro cuerpo es reflejo de lo que somos interiormente, es la copia fiel de lo que llevamos y de lo que sentimos. El rostro es la evidencia de nuestro sentir más palpable, es la consecuencia de nuestra alegría cuando sonreímos o de la ira cuando fruncimos el ceño y la mirada está fija; gracias a ella se hace imposible ocultar, quizás disfrazar o hasta maquillar lo que realmente sucede. Las manos, la piel y los ojos también son emisores del interior: es inevitable su reacción frente a lo que sucede, con los nervios las manos se impacientan, la piel se eriza, los ojos inquietos buscan respuestas. En mi caso, mi estómago es el centro de operaciones: sufre con cada lágrima, con cada situación de tensión o nerviosismo, se estabiliza completamente con la alegría y los abrazos, y ruge cuando algo va a pasar.. Hoy algo le pasa, y lo peor es que no sé bien qué es, me tiene tirada en mi cama buscando respuestas, con dolores infinitos, intoxicada en hierbas, remedios y amor de madre, con las lágrimas bordeándome los ojos, esperando 'ese' salvavidas. Hoy, no sólo mi estómago falla, mi cuerpo está fallando, mientras me hago la loca tomando tecitos que 'todo lo curan' como decía mi abueli.

No hay comentarios:

Somos