lunes, 29 de septiembre de 2014

No cumpleaños.

Me considero lo no esperado.
Nunca estuve en los planes de mis padres,
pues si bien quería una niñita,
la "fábrica" se había cerrado con mi segundo hermano.
Desde ahí, soy lo no esperado.
Si bien mi madre anhelaba una "niñita",
no soy lo suficientemente femenina,
los garabatos me salen de la boca,
así como los deseos que tengo guardados.
Aprendí a golpear y lanzar escupos
con mis muñecas de la mano,
jugué a la pelota,
le pegué patadas en el cuelo a mis hermanos,
me defendía de todo aquel que intentará invadir mi espacio
y tantas cosas que no suelen hacer las niñas.
Fui (y sigo siendo) una hinchapelotas,
pasé parte de mi adolescencia discutiendo,
creciendo entre mi mal genio y lo que los demás decían de mí.
Me reconozco lo no deseado,
pero lo aceptado o casi aceptado.
Gran parte de nuestro carácter es constituido por lo que los demás dicen de nosotros,
pues los otros actúan como espejo,
como aquella imagen diluida de lo que somos.
Si me creyera todo esto, sería algo así como:
una pendeja con coraza,
extremedamente preocupada de su familia
(a veces pienso que cruzo el límite),
amante de la pedagogía,
solitaria y viajera,
etérea e insoportable,
esperanzada de la desesperanza,
política y gritona.
Quizás sea eso, pero sin duda soy más.
Hoy descubrí que la nostalgia me invade, me come y me devora,
que las ganas de no estar han vuelto,
que la incertidumbre se avecina y se queda,
que necesito que me recuerden cosas esenciales,
que si bien Dios no me abandona, dudo de mis capacidades,
que soy experta en tener amigos en la lejanía,
que desearía ser menos preocupada.
que deseo que la suerte hoy me toque a mí.
A un día de mi cumpleaños confieso que la vida no parece tan aterradora como antes,
pero sí me produce una completa incertidumbre,
aunque me sustente en el amor que siento,
aunque tengo dos gordas que amo a lo lejos,
aunque esté segura de mi vocación,
aunque desee con las entrañas ser feliz,
aunque sé que las fuerzas no se acaban hoy.
Feliz cumpleaños para mí,
para mi puta manía de esperar de los demás lo que yo doy,
para mis ganas de estar lejos y volver a empezar,
para mi camino andado y todo lo que queda,
para mis padres que fueron causantes de mi vida.

¿Tres deseos?
1. Aceptarme: mi historia, mis miedos para no culparme, ni sobreexigirme.
2. Viajar: caminar lejos o cerca, estar en movimiento, conocer y jamás quedarme inmóvil.
3. Amarme: darme tiempo, escucharme, ser yo.

¿Tres agradecimientos?
1. A Dios: por todo aquello que no elegí, sino que Él me eligió.
2. Amigos: los elegí, pero también chocamos en el camino.
3. Sentirme extremadamente afortunada.


martes, 9 de septiembre de 2014

Respiro

Septiembre siempre me ha parecido maravilloso,
no sólo porque contiene los días más festivos del año, 
ni porque es el mes en que llegué a la vida.
Sino más bien,
por lo que provoca en las personas,
aunque sea momentáneo,
etéreo, intangible, breve, acotado.
Simplemente, Septiembre tiene mística. 
A pesar de ello,
este mes trae mi peor etapa del año,
donde las energías andan por el subsuelo,
mis defensas también
y el ánimo no repunta.
La puta enfermedad que invade la familia,
sumado al carácter de mierda de mi padre
me tienen entre las lágrimas y la ira,
la resignación y las ganas de correr.
Además, mi espalda no da una,
el trabajo aumenta y no disminuye,
aunque me enamore a diario
y mis alumnas y alumnos son pura luz.
Quiero descansar.
Disfrutar del silencio
y del rebote de las olas del mar en la arena.
Dejar de oír la misma voz monótona
de la enfermedad de mierda que odiaré toda mi vida.
Dejarme acariciar por las manos de Dios,
entregarme a su camino,
a su plan perfecto,
a su bendita luz.

"la sensación de querer tocar,
esa magia que existe en el cielo.
La libertad de poder volar
a dónde quiera,
sin prisa y sin miedos"



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