sábado, 25 de noviembre de 2017

Yo en la escritura

Hace unos meses atrás, escribí un cuento.
Me senté un par de días a dejar que mis dedos danzaran,
explicaran desde dentro de mi alma cómo veo el mundo,
cómo siento, cómo vibro, cómo expreso,
cómo  los sueños cambian el mundo,
cómo se experimenta la soledad decidida,
cómo se sufre la enfermedad
y cómo las ganas de estar lejos mueven una vida.

La experiencia de sentarme a escribir fue hermosa,
llorada, vomitiva, dolorosa pero sin duda de aprendizaje.
Dejé en esas páginas todo lo que oculto,
todo lo que me mueve y lo que me duele
y dejé que algunos lectores - que no fueron muchos -
supieran lo que pasa aquí dentro.
¡Di un tremendo paso!
Algunos lectores fueron agradecidos, 
otros lloraron como yo, 
otros me pidieron que ilustrara mi relato
y algunos no esbozaron palabras.

Si pudiera, 
me dedicaría a escribir,
a concretar historias a partir de lo que he visto,
a ser otros y darles vida,
a expresar todo aquello que alguna vez pensé
en voz de otros. 

"El día terminó con una siesta, bajo los cuarenta grados de calor de Santiago, intentando digerir todo lo que había pasado desde el catorce de enero en adelante. 
Amalia jamás olvidaría todo lo que había vivido 
y todo lo que comenzó a vivir desde ese día: era la más afortunada"

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