Una vez más la enfermedad y los malestares
derribaron mi puerta y se quedaron conmigo.
El mareo, la debilidad, el desgano,
algo así como un estropajo andante:
no había más remedio que ir al médico,
no podía quedarme aquí.
Una vez más la misma cara,
los mismos miedos,
la misma sensación de vulnerabilidad y desamparo,
¿cuánto más?
Además,
la práctica I me estaba volando la cabeza
con la profesora guía más antigua del colegio
y sus miedos.
La soledad seguía pegada a mis sábanas
y el bruxismo me tenía más tensa que nunca
¿algo más podía pasar?
Hoy la sonrisa de mi doctora me tranquilizó,
"¿de qué te quejas, María Olga, si tienes todos los exámenes excelentes?"
Sólo me queda ser responsable,
entregarme a las flores de Bajh,
a la tranquilidad, la fe y la certeza.
"Quiere vivir una vida diferente cada día,
la Verónica mitad está en la flor de la edad,
pero está cansada de esperar.."