domingo, 24 de noviembre de 2013

Los domingos siempre fueron distintos.
Desde pendeja me lo enseñaron así.
Tal cual.
Nos vestiamos distinto.
No era un día cualquiera.
A misa y a encerrarse a casa de los abuelos,
con primos y parentela incluida.
Conforme pasan los años,
no se me olvida que los domingos son especiales.
Aunque tenga que seguir construyendo una tesis,
a punta de desvelos y de un horario de mierda.
Aunque tenga que cargar con una enfermedad
y una persona autoreferente, que no ve más allá de sus ojos.
Aunque tenga unas ganas de rajarme llorando,
que solo se queda en ganas y ganas,
porque no puedo,
porque no hay tiempo,
porque no hay don.
Si pudiera pedir algo hoy,.
a esta hora,
sería empatía.
Tal como hace años,
cuando estaba cegada en una relación bien penca,
de amor desgastado:
"Regalo mis zapatos por algo de empatía".
No quiero que me soben el lomo.
No necesito que me ahoguen en demostraciones de preocupación.
Sólo necesito empatía.
Amor por el otro,
ese amor fraterno y bien sanito.
¿Costará mucho ser bondadoso con el otro?
Me canso y me cansé.
Estoy aburrida.
¿Por qué carajo a las personas les gusta cagarles el día a los demás?

No sé.
No encuentro reciprocidad.
No encuentro empatía.
Críticas, autoreferencia, ausencia.
¿Algo más?
Sí.
Emoción anudada en la garganta.

martes, 17 de septiembre de 2013

Por mí.

Hay días en los que me gustaría vivir en la locura,
tener el tiempo y la plata necesaria para darme gustos,
para invitar e invitarme a vivir.
Me gusta cómo me hace sentir,
cómo me habla,
cómo me mira y se ríe de mí,
la complicidad y esa amistad,
la manera de ver la vida y la invitación que me hace.
Anque me persiga esa puta relatividad en las relaciones,
yo quiero ser parte,
asi que ¡adelante!

Yo, he vuelto a sonreír por MÍ

domingo, 28 de julio de 2013

Todos los días

Temo
Tengo miedo
Puto y feo miedo
Ese miedo que congela los pies
y que me mantiene nerviosa al pensar en él
Ese mismo miedo de pendeja
Ese que me tenía soñando siempre
para derrumbarlos al final de la noche
Miedo a que las palabras no tengan más validez
Miedo a que los años pasen y yo siga pegada
Miedo a ese Alzheimer gigante
Miedo a esa jodida dependencia
Miedo a que esperen tanto de mí y yo no quiera estar
Miedo a que no me dejen ser y cre(c)er
Miedo a que ese día no llegue
Miedo a seguir siendo un fantasma para todos
Miedo a seguir siendo fantasma en mi vida
Miedo a la cruda realidad
Miedo a tener los pies helados hasta después de la muerte
Miedo a (no) ser
Miedo a seguir siendo la menor en todo
Miedo a verbalizar
Miedo a dejar de importar
Miedo a ser la amiga por la eternidad
Miedo a no tener sueños
Miedo a que sepan de mí más que yo
Miedo a ser leída
Miedo a ser descubierta desnuda ante muchos ojos
Ese puto miedo es el que me recorre la piel todas las noches
¿Qué será de mí?

lunes, 22 de julio de 2013

¿Ayuda?

Hay quienes están para exigirte,
para cuestionarte,
para preguntar
"bueno, ¿y cuándo?"
Hay otros que están para observar,
para medir tus actos,
y así desde el silencio poder actuar.
Hay otros quienes son cómplices,
que no cuestionan sino que acompañan,
que se tiran consejos en vano como
"no te preocupes, a todos les toca"
(qué carajo es eso, como un premio de consuelo).
Son un bálsamo permanente,
una conversación a calzón quitado,
sin esconder los miedos 
porque sé que no me van a recriminar
ni mucho menos lo usarán como tema de conversación.
Y hay otros,
que sinceramente no les importa lo que estés viviendo
porque siempre
siempre
siempre 
estarán a mi lado,
para abrazar,
calmar 
y amar.
Este fin de semana me encontré con una de esas personas:
me escuchó y jamás me apuro,
"eres una guagua todavía, no te preocupes"
Y yo que pensaba que sólo mamá me diría algo así,
pues me sorprendí tanto,
me sentí tranquila,
me relajé.
Y a partir de esto vuelvo a la misma reflexión:
me reservó,
me quedo en el silencio,
pues sólo un par de oídos sabrán mi verdad,
tendrán la primicia de mi vida,
mis miedos,
mis sueños,
y en qué estoy realmente.
Que los demás piensen lo que quieran,
que soy una floja,
que soy lesbiana,
que soy tímida,
que me falta esto y lo otro.
¿Qué más da?
Sigo siendo yo la dueña de mi vida,
y si yo lo quiero: 
no sabrán de mí lo que oculto,
lo que jamás he querido contar.
No hay una vida que me está apurando,
son las mismas personas que me rodean los que atormentan mi proceso:
familia, amigos, conocidos.

Sin duda todos llevamos una tormenta interior,
que algunos quieren compartir,
y otros quieren ocultar.
Pues bueno,
yo la quiero ocultar de todas esas personas que me quieren apurar,
que quieren saber de mis procesos sólo para cuestionar,
criticar y rechazar,
con la idea de "ayudar".
Yo me dejo ayudar, de verdad, por pocos.

domingo, 7 de julio de 2013

Caigo en tí.

Hay muchas cosas que no me preguntaron.
Hay otras en las que ni siquiera participé.
Hay cosas que los demás dan por hechas.
Quisiera haberme quedado en ese tiempo en que mi madre me sostenía en sus brazos,
tiempo en el que pensaba en ese amor eterno y constructivo,
tiempo en el que jamás dudé de lo que podía alcanzar,
tiempo en el que miraba por la ventana de mi cuarto
y pensaba en qué será de mí a los veintitantos.
Ahora pienso en qué será de mi a los treintaytantos,
y no quiero estar como ahora,
pensando en los límites,
en ayudar a los demás
sin que nadie se voltee a verme al rostro.
Escuchando y sobre escuchando a todos,
sin escuchar mi cuerpo,
mis sueños y mis triunfos,
porque nadie los celebra
como lo hago yo en la soledad,
con el mate y mis cigarros.

Quiero que llegue el día
en que me esté subiendo a ese avión,
sola, llena de energía y sin temor,
con el corazón lleno de amor
y las ganas de abrazar(te) como ayer.
Quiero olvidarme
enrredada en una aventura que me vuele la cabeza,
en una historia que me deje cautivada,
en una amistad sana y apañadora,
en una enfermedad que desaparezca,
en el amor por sobre todas las cosas,
en la voluntad,
en las personas indicadas.
No quiero equivocarme más,
no quiero pensar en quienes no me piensan,
no quiero gastar mis energías y mi tiempo en quienes no lo valen,
no quiero decaer porque sí,
no quiero dejar de soñar.
Se acabó la incondicionalidad ahora,
porque no doy un peso por quienes no piensan en mí.

Sí, creo
sólo que hoy dudo.
Como siempre,
me refugio en tí.





domingo, 23 de junio de 2013

No existo para él.

Ayer me rendí.
Me dejé caer.
Me vencieron.
La mochila me sobrepasó,
las energías no renovables se fundieron,
y estaba yo frente al mundo,
con los ojos llorosos,
y un montón de palabras para maldecir.
Me dejé en tus brazos,
que no se parecen a ningunos,
son tus palabras,
tus ojitos brillosos,
tus energías
y tu inmenso amor.
"la felicidad depende de tí"
No sé si me mató,
o me dio esperanzas para vivir,
aún lo pienso.
Me decidí
y me gané un sábado para mí,
me entregué a una invitación,
me preparé como nunca,
y bailé hasta el amanecer.
¡Qué carajo, si es mi vida!
Pero pasó algo que no tenía en mis planes,
porque lo había dejado atrás,
porque habían pasado meses,
pero ahí estaba.
Esas mismas palabras al viento
que tanto disfruto,
esa gracia en la punta de la lengua,
esas carcajadas compulsivas,
esa burla cómplice,
esa pérdida del ridículo.
¿Y qué hacer?
Disfrute todo los momentos,
hasta llegar a dormir al amanecer
y me cuestioné,
reflexioné
y me asusté.
¿Por qué carajo tengo taaaaan mal ojo?
¿Por qué carajo mis energías están puestas en personas equivocadas?
La estúpida sigo siendo yo,
mostrándome interesada,
sonriente,
y escuchando mil veces
"eres tan linda y amorosa,
cualquier hombre quisiera estar contigo"
Sí,
por eso estoy.

Azaroso, injusto,
como sea,
estoy.

Tiro la toalla,
la sábana,
mi ropa,
mis energías,
¡me cansé!

Aún así,
quiero salir a bailar
tooooooooooooooooooooodos 
los viernes y sábados.

miércoles, 19 de junio de 2013

Tantas cosas y sólo una persona.

Ni siquiera puedo hacer una metáfora de esta semana diciendo que me subí a una montaña rusa, y aún no me bajo, porque esta pelotudez no me suelta.
Podría decir que han sido semanas de mierda,
pero no lo han sido completamente,
más bien las enfermedades se me vinier encima:
desde mi papá, pasando por mi gato y luego yo.
Podría decir que todos los días las amistades me desilusionan más,
que intento respetar los ciclos de cada persona,
pero ¿cuándo soy yo la protagonista?
Hoy pienso en mí.
He intentado siempre eliminar cosas negativas,
pero están pegadas, 
se niegan a emigrar,
vuelven una y otra vez,
aparecen y desaparecen,
vuelven con una sonrisa
y se marchan con la boca llena de escusas.
Sí,
quiero familia,
amor, sonrisas, carcajadas,
planes, siestas,
lectura ociosa matutina,
música y baile,
amistad de verdad y permanente,
tiempo,
mucho tiempo para mí,
para crear mis propios problemas y no vivir con los de los demás,
mucho tiempo para hacer deporte,
mucho tiempo para (re)pensarme,
mucho tiempo para planear.
Quiero profunda tranquilidad y estabilidad,
olvidarme de la necesidad del dinero,
de la superficialidad del cuerpo
y las ganas que tengo de irme al carajo.
Quiero dejar de escuchar palabras repetidas,
frases hechas,
calmantes y vacíos,
prefiero el silencio ensordecedor.
Correr por la playa con mi cámara
y enloquecerme con el sonido de las olas
y el profundo azul allá donde se pierde la línea horizontal con el sol.
Tener la seguridad de esas vacaciones,
recorrer esas calles con el acento maravilloso pegado en la piel,
con la certeza de la diversión y la mierda bien lejos.
Aprovechar las oportunidades que se me presentan,
gracias a mi esfuerzo y trabajo,
a las noches de desvelo y las lágrimas de ansiedad y dolor.
Armarme de paciencia para afrontar los años que me queden a tu lado,
para aprovecharte y conversar unas cuantas veces el mismo tema,
recorrer historias que siempre escucho
y recordarte como hoy.

Quiero tantas cosas y sólo tengo las ganas y las lágrimas.
Sólo tengo la familia repartido
y los deseos de poner mi vida por delante de todo.
Sólo tengo el esfuerzo y las energías a medias.
Sólo tengo mis manos y mis capacidades
para cumplir cada uno de mis sueños.
Por lo pronto,
me deshago de la mierda,
de la decepción que me persigue desde que comenzó esta relación,
dejo todo el tiempo restante sólo para mí.
Y...
cuatro de diciembre te espero
¡te espero!

martes, 4 de junio de 2013

¡Uf!

Hace días que intentaba volver aquí.
Las múltiples responsabilidades me impiden el ocio,
la flojera y la "nada".
He vivido llena de preocupaciones,
cosas por cumplir,
sueño acumulado
y este dolor de cuello que cada día es peor.
No me quejo,
pero no me pidan tiempo,
porque no lo tengo.
Soy feliz ocupando la mente en otras cosas,
arrancando del miedo
y de encontrarme en el silencio,
aunque lo necesito mucho.
El último año de universidad se me ocurre trabajar,
no sé porqué las cosas no funcionaron antes,
sabrá Dios,
pero pucha que es rico saber que puedes
conseguir tus sueños a través del trabajo duro,
de los propios logros,
del cansancio.
Aunque tengo la emoción a flor de piel,
me den ganas de llorar por todo,
desde pensar en mi nueva/o sobrina/o,
hasta ver a un perrito en la calle.
Quiero llorar por mi cansancio,
por la distancia,
porque estoy en último año y nadie me avisó,
porque me encantaría aliviar las preocupaciones de mi mamá,
porque quiero romper mis miedos
y sanar mis heridas de años AHORA,
porque hay pocas certezas,
porque el tiempo no me alcanza
y necesito pensar en mí.

Sólo te agradezco a tí, Dios mío,
porque has sido tan bondadoso conmigo
y con mi familia.
Porque, aunque no te dejes ver, estás siempre.
Correré a tus brazos.

miércoles, 8 de mayo de 2013

.-

Soy re mala para describir mis capacidades.
No es que no las tenga, ni las descubra,
sino que simplemente están y las uso,
no las reconozco.
Muchas veces no tengo los huevos (metafóricamente)
para decir: "me la puedo",
sino que simplemente dejo que las cosas pasen
y las enfrento, me las pongo al hombro
y las batallo.
Cuando comenzó mi año académico,
le temía con todas sus letras.
Me espantaba pensar que estaba acabando mi carrera,
y debía vivir la práctica y las evaluaciones,
debía estar en el ojo de la crítica
y de eso dependía mi futuro.
Mi sistema nervioso se manda solo,
hace de mi cuerpo su esclavo
y me dejan como estropajo,
llena de dudas y con lágrimas esparcidas en mi rostro.
Los meses pasan veloces
y ya estoy viviendo todo eso:
ayer fui evaluada por segunda vez en el aula,
como una profesora profesional
y a cargo de un curso.
Escuché detenida y consternadamente los comentarios,
sin poder procesar muy bien toda la información,
todos los estímulos,
las felicitaciones.
Aún no entiendo mucho,
aún no proceso y sólo se me llenan los ojos de lágrimas.
Jorge y mi madre han sido mis grandes aliados,
a quienes llamo a penas salgo del aula
y quienes me ofrecen sus brazos para felicitar mi proceso.
Y a partir de esto puedo decir y afirmar,
que lo que vivo no es tema,
ni siquiera para mencionar,
ni como inquietud.
¿A quién carajo le importa cómo me va en el último año de universidad,
si todo se trata de mi papá y su enfermedad y el trabajo y la plata?
Quizás por eso llore ahora,
porque descubro que mis proyectos son sólo míos,
no forman parte de la felicidad de alguien más,
no son comentario obligado del almuerzo,
no hay brindis,
no hay preguntas,
no hay seguimiento,
no hay llamadas con ese fin.
No hay.
Una vez más vuelve ese sabor a rabia,
porque la enfermedad de mierda se lleva todo,
se lleva mis energías y mi bien humor,
mi felicidad por lo que he logrado,
mis ganas de seguir,
mis instantes.
Desgraciadamente no elegimos la enfermedad,
nos tocó una y ya está,
y a mí me tocó vivir la enfermedad de mi papá,
no quiero preguntar porqué pues no tendré una respuesta que me consuele.
Me tocó estar aquí,
ser la menor,
acumular dolor y rabia como nadie,
y además seguir con mi vida,
¡quiero tener una vida!
Y lucho a diario por eso,
por trazar proyectos que nadie me obligó,
que salieron de mí,
que deseo cumplir,
que en ellos está mi esfuerzo desesperado por vivir
y vivir lo que yo quiero elegir.

Sé que nadie llamará desde lejos o desde cerca para saber cómo me ha ido en la práctica profesional,
sólo sonarán los teléfonos para saber de problemas,
para preguntar por la salud de mi papá.
Y depués de eso esperan que cuente mis cosas,
que les cuente mi vida,
por la chucha que tengo rabia.

DESEO VIVIR.

sábado, 20 de abril de 2013

¡No me presionen!

Hace mucho tiempo he decidido callar.
Ser selectiva y no contar mucho de mí.
Y claro, hay personas que se sienten re mal,
pero no entienden bien el porqué de mi opción.
Elijo callarme porque detesto que me presionen:
que me invadan de preguntan y cuestionantes
que ni yo puedo responderme.
Me callo porque detesto la invasión desmedida,
porque no soporto que me arreglen la vida
si es MÍA.
Porque se me llenan los ojos de lágrimas de impotencia,
si no he pedido ayuda, ¿por qué se desgastan en remedios para mi vida?
Agradezco su particular "modo" de preocupación,
pero si no me la banco acudiré a mi madre una vez más,
lloraré amarrada a su regazo y ella me consolará.
Si hoy no abro la boca para putear
es porque no quiero peleas,
quiero descansar.

Lo reconozco,
para esto tengo poco aguante.
No dé remedios ni soluciones para la vida de los demás,
si usted recién se dio cuenta que la estaba cagando.


Ser paciente,
respirar muchas veces,
llorar escondida,
morderme la lengua,
putear entre dientes,
querer arrancar.
Soluciones parche que pronto estallarán. 

sábado, 23 de marzo de 2013

Yo no elegí

Nunca había querido arrancar de acá.
Siempre me jactaba de lo hermoso que era estar.
Siempre deseaba volver a la matriz y recibir el amor de acá.
Este era mi espacio, mi fuerte, mi escuadrilla.
Estas eran mis paredes, mi historia y mis más putos recuerdos.
Mis lagrimas secas en estas sábanas tienen mi historia.
Jamás pensé que desearía arrancar de este mismo lugar.
Probablemente no existan personas preparadas para vivir la vida,
al menos yo no escogí vivir esto,
yo quiero vivir mi vida.
Esto me tocó:
ser la menor de cuatro hermanos, presenciar y escuchar cosas,
llorar desde chica por sentirme tan pequeña,
me tocó acompañar los últimos años de mis abuelos,
no conocer a la familia de mi papá porque no hay,
me tocó no conocer a mi tía Gabi en su plenitud,
me tocó aprender a jugar con hombres para no estar sola,
y defenderme a gritos, patadas y escupos.
Me tocó crecer viendo a mis hermanos portándose mal,
haciendo llorar a mi mamá y enfureciendo a mi papá.
Me tocó ver a mis hermanos crecer,
cagándola con mis papás y yéndose de la casa.
Me tocó verlos en el suelo de curados
y luego, jastántose de su inteligencia.
Me tocó presencia y oír tantas cosas.
Me tocó ser la hija de mamá
(no sé qué significa eso, pero me tocó),
y quedarme todos estos años aquí,
vivir la enfermedad de mi papá TODOS LOS DÍAS SIN PARAR.
Me tocó acompañar a mi mamá en eso,
con todo lo que eso significa: escuchar y callar.
 Me tocó recibir las críticas y burlas de todos por ser quién soy,
por llevar la vida que llevo,
porque todos quieren arreglar mi vida con sus palabras.
Me tocó escuchar cómo todos me retan por cómo soy,
porque muchas veces contesto mal,
pero ¿alguien vive aquí?, ¿en esta piel, con estos oídos?

Y por todo lo que me tocó quiero arrancar.
Agradeciendo que me quieran acompañar,
pero teniendo en cuenta que no quiero tener más paciencia,
no quiero tener que callarme las cosas porque no debo,
no quiero sentirme culpable por mis palabras,
no quiero esquivar miradas,
yo no elegí esto,
a mí no me preguntaron.
Lo gracioso es que después de todo lo que vivo
me preguntan si tengo pareja, si soy feliz.
Yo sólo sé que no elegí esto.

jueves, 21 de marzo de 2013

La Semana Santa encima.

No me gusta cuando la Semana Santa se viene encima sin darme cuenta.
Estas últimas horas he pensado qué hacer esos días,
dónde iré, en qué ocuparé esas horas
y no poque extrañe ocuparlas en actividades pastorales,
sino porque no tengo aquél espacio de recogimiento,
ese lugar no tiene buenos recuerdos,
ni mucho menos buenos rostros.
Sólo la presencia de Jesucristo y su madre.
¿Cómo ir si no me siento cómoda?
¿Dónde ir?
A veces pienso quedarme encerrada en estas cuatro paredes,
lamentarme la soledad y orar en silencio.
A veces pienso en buscar otro espacio para mí,
con caras desconocidas
y nuevos aires.
A veces pienso en multiplicarme por cero.

Desearía que la Amanda fuera más grande,
disfrazarme de coneja
y que participara de la Pascua de Resurrección por primera vez.

Quizás la opción sea encuenvarme.

lunes, 18 de marzo de 2013

Verbalizar

Siempre he creído que cuando verbalizamos lo que pensamos o lo que nos pasa,
no sólo compartimos sino que lo hacemos más real y nos condenamos al excrutinio social.
Ésta es sólo una de las cuántas razones por las que no verbalizo,
me abstraigo, mi cuerpo somatiza y soy presa de mi cuerpo,
hasta que de alguna manera u otra pueda solucionar las cosas.
Hace unos días lo escribí "2013: te tengo más miedo que la cresta",
pues así lo es, sin ninguna duda, por todo lo que significa,
todo lo que está en juego en estos dos semestres
y toooodo lo que tiene que aguantar mi cuerpo, mi colon
y por sobre todo, mi sistema nervioso.
Mi madre me cuestionó por esas palabras,
- "¿por qué, hija?, ¿a qué le temes?" -
mientras la miraba detenidamente sin saber cómo le explicaría todo.
Lo intenté,
pero en mi cabeza no deja de trabajar a todo hora,
"¿qué pasará?, ¿y si no sirvo para esto?"
Tengo el estómago apretado día tras día
y los ojos se me llenan de lágrimas,
porque todo está en las manos de Dios.
 [Sigo pensando si verbalizar es una opción]

"Tú que habitas al amparo del Altísimo,
a la sombra del Todopoderoso,
dile al Señor,
mi amparo y mi refugio,
en Tí mi Dios yo pongo mi confianza"

domingo, 10 de marzo de 2013

Me rompieron el alma.

Esa mañana la música iba pegada a mis oídos,
pero sin previo aviso sentí un maullido o quizás dos,
miré al suelo y un gatito de menos de dos meses me pedía ayuda 
con los ojos completamente cerrados por la conjuntivitis.
Lo llamé y no sabía de dónde venía ese sonido,
chocó y vaciló, estaba completamente perdido.
Se me llenaron los ojos de lágrimas,
qué ganas de quedarme con ellas y cuidarlos,
sanarlos y no dejarlos ir.
Pensé, "¿cómo mierda hay gente tan inhumana?,
¿tan falta de sentido?, ¿tan pobre de corazón?"
Entiendo cuando escucho a personas que no le gustan los animales,
que no simpatizan con su cuidado,
y por lo mismo no tienen mascotas.
Pero cuando hay personas que tienen animales
y no son capaces de hacer una tenencia responsable
es cuando se me parte el alma en dos
y sufro con cada animal enfermo y abandonado en l
a calle.

Esos dos gatitos me rompieron el alma,
a las 8 de la mañana me quebraron completamente
y hasta hoy no he podido dejar de pensar en ellos.
Mi ayuda fue mínima, 
los pasé por una reja para que no los atropellaran,
mientras las personas me miraban con curiosidad
pero sin ninguna preocupación.
Sólo espero que se encuentren con un amante de los animales
y sean felices en un hogar lleno de amor.
Yo, mientras cuido y protejo a los míos.

lunes, 4 de marzo de 2013

Aprender


Hace días que pienso en escribir.
Hace días que no sé cómo dosificar lo que me pasa.
Declaro que no sé cómo reaccionar ante esto,
y que mucho menos tengo paciencia,
eso se me acabó apenas nací.

Es fácil hacer juicios y prejuicios cuando no se vive desde adentro,
cuando cumplimos el rol de espectador.
Es fácil esbozar soluciones, reclamos y arrancar
cuando no viven dentro de estar cuatro paredes.
Es fácil decir "estoy preocupado"
cuando todo está pasando AHORA y AQUÍ,
no a kilómetros, ni a horas de distancia.
Es fácil esbozar diagnósticos al peo,
cuando somos pocos los que escuchamos esos diálogos
o monólogos al viento,
mientras nos arde el alma sin saber qué hacer.

Y es por eso que no sé reaccionar,
que lo único que sale de mi boca son garabatos,
que mis manos aletean golpes
y quiero esconder mi cabeza en la tierra.
Porque muero de miedo,
porque no quiero vivir esto,
porque hubiese preferido un cáncer a esta mierda progresiva,
porque siento que él no quiere salir adelante,
porque mientras unos damos la pelea
otros quieren y siguen arrancando,
porque ninguna célula de mi cuerpo está preparada para esto,
y porque ser la menor es la tarea más difícil.

Y así mismo respondo a todas las exigencias:
el último año de la carrera,
pagar el piso apenas trabaje,
buscar un pololo,
que me comparen con todas las solteras de la familia,
recibir críticas y burlas de todos.
Es decir,
además de aguantar lo que vivimos,
debo comerme todos los comentarios de MI VIDA.
Y aún así, ¿quieren que sonría hasta con el hígado?
- No puedo -
Debo aprender a canalizar mis energías y toda la rabia y el miedo que siente todo mi cuerpo,
debo aprender a vivir 
y seguir siendo la menor sin sentirme humillada y exigida.
Debo aprender
Debo aprender
Debo aprender.

"Yo seré del cielo que me entregues"

Somos