¿Qué nos congrega? ¿qué nos cobija en esta incipiente y cálida amistad? Tiene que ver con un hacernos bien, con arreglar la vida desde nuestros matices, de regalarnos una sonrisa y dejar en las manos del viento la construcción de lo demás. No tiene un sentido un utilitario, que ya lo reconversamos, que nos apesta y desgasta, que nos cansa y quema las ganas de continuar, más bien tiene que ver con una espiritualidad que compartimos, que ni siquiera podemos definir, poque perdería su inmensidad, limitaríamos nuestro actuar buscando objetivos. En realidad, somos cuatro personas que nos agrada compartir la vida, acompañar nuestras experiencias al lado del otro, y que a partir de aquello, se está construyendo algo que podríamos llamar: Amistad.
Es maravilloso pensar que luego de tantos años, de reconocer los rostros, de compartir actividades, sin conocer al otro, hoy se forme y crezca algo tan rico, un ambiente tan colorido, unas opiniones diversas que buscan puntos en común, una aceptación dejando de lado aquellos cuestionamientos tan viciados y desgastados con el tiempo, que dan paso a una conjugación de matices, que construyen y que nos hacen crecer.. que no nos limitan, y que nos desenvuelven sin filtros. Esto nos lleva de empatía, actuamos y hablamos desde la honestidad, con corazones cargados de emociones que son liberadas al momento de compartir, y que dejamos al descubierto todo lo que somos. Nos entregamos a la idea de esto, conjugamos nuestras energías y buenas vibras, por pasarlo bien, por hacernos bien y por sonreír juntos.
No me canso de agradecer y maravillarme por lo vivido y por lo que queda.
La fotografía resume lo vivido hoy, y la ausencia de un corazón. Que Dios nos de mucha más vida y muchas otras oportunidades para alegrar el corazón en compañía.
¡Felicidad y plenitud!