jueves, 28 de enero de 2010

Encantada.


¿Qué nos congrega? ¿qué nos cobija en esta incipiente y cálida amistad? Tiene que ver con un hacernos bien, con arreglar la vida desde nuestros matices, de regalarnos una sonrisa y dejar en las manos del viento la construcción de lo demás. No tiene un sentido un utilitario, que ya lo reconversamos, que nos apesta y desgasta, que nos cansa y quema las ganas de continuar, más bien tiene que ver con una espiritualidad que compartimos, que ni siquiera podemos definir, poque perdería su inmensidad, limitaríamos nuestro actuar buscando objetivos. En realidad, somos cuatro personas que nos agrada compartir la vida, acompañar nuestras experiencias al lado del otro, y que a partir de aquello, se está construyendo algo que podríamos llamar: Amistad.

Es maravilloso pensar que luego de tantos años, de reconocer los rostros, de compartir actividades, sin conocer al otro, hoy se forme y crezca algo tan rico, un ambiente tan colorido, unas opiniones diversas que buscan puntos en común, una aceptación dejando de lado aquellos cuestionamientos tan viciados y desgastados con el tiempo, que dan paso a una conjugación de matices, que construyen y que nos hacen crecer.. que no nos limitan, y que nos desenvuelven sin filtros. Esto nos lleva de empatía, actuamos y hablamos desde la honestidad, con corazones cargados de emociones que son liberadas al momento de compartir, y que dejamos al descubierto todo lo que somos. Nos entregamos a la idea de esto, conjugamos nuestras energías y buenas vibras, por pasarlo bien, por hacernos bien y por sonreír juntos.

No me canso de agradecer y maravillarme por lo vivido y por lo que queda.

La fotografía resume lo vivido hoy, y la ausencia de un corazón. Que Dios nos de mucha más vida y muchas otras oportunidades para alegrar el corazón en compañía.

¡Felicidad y plenitud!

lunes, 25 de enero de 2010

El espacio que me falta..


Regalarme a los demás, me provoca una tranquilidad inmensa, entregarme es algo que no me cuesta hacer, sino más bien la recepción es la que me contiene y confunde, aquellas miradas y distancias que paralizan mis actos, consumen mis esperanzas y destruyen algo aquí dentro.

Mi contención viene desde allí, desde la aceptación de los demás, desde la reafirmación de los otros conmigo, ahí está y se muestra mi estancamiento, mi no avance. Me conflictua el hecho de no desenvolverme, me siento tapada y captada por la tensión, me siento prisionera en mis cuestionamientos constantes, y me aplastan los prejuicios y juicios, matando muchísimo más que una sonrisa.

Las respuestas nunca son lo que espero, siempre hay un matiz que me deja rayada, que sobresale a los demás, y que me envuelve completamente. Siempre queda algo por hacer con respecto a una construcción, y más aún si es relacional e interpersonal, ese es mi motor. Siempre queda algo por dar, algo por decir, algo por abrazar y entregarse por entero.

Me cuesta sentir aquella confianza y lanzarme a la vida con respecto a lo que creo y siento, necesito de aquella recepción adecuada, de la aceptación completa de mi, de la complicidad de las miradas, y del compromiso con el otro.

Escuchar derepente palabras dulces y con ganas de descubrirme, me abren paso.. ese paso que necesito, y que me permite ser. Esas palabras hacen eco aquí dentro, me transforman y motivan, me resultan inquietantes y cautivan aquello que estaba dormido, y perpetuado por mi maldito temor, que me recorre.. ese, mi maldito fantasma.

La apertura y el espacio a los demás, es constante, es permanente, falta hacer uso de aquello, formar algo, hacer una construcción, permanecer y trascender. Queda mucho espacio por ocupar, queda mucho corazón por entregar y mucho muchísimo por regalar.


¡Me alivié, me siento mucho más libre!

domingo, 24 de enero de 2010

Quieta entre tempestades.


Volver a casa, siempre significa un paso agridulce. Mientras estás lejos ansías volver, mas cuando vuelves, decides irte, te sientes invadida y prisionera en cuatro paredes vacías y colmadas de preguntas y soledad.. y los cuestionamientos te rondan la piel. Hace unas horas disfrutabas de la naturaleza regalada, tanta sonrisa compartida, y tanta gratuidad.. ahora todo se reduce a cuatro paredes, y rostros calcados en el corazón y en las manos.

El encierro me colapsa, respiro y me vuelvo sentar en aquél lugar que me acompañó tantos años, rostros aparecen como destellos sobre la tela negra de mi mente e intento sonreír, pero las lágrimas hacen eco en mi corazón. Me refugio en mi terapia, y olvido por un momento el mal humor que me persigue desde ayer, mientras hace su entrada triunfal y con una dulzura inimaginable mi madre y una bandeja llena de amor para nuestra reconciliación, es lo mejor que pueden hacer por mi, enrredarme en sus brazos y dejar que esto que llevo dentro tome otro curso, sólo sea parte de mis días como muchos otros sentimientos..

¡Fuera se irán, fuera se irán!

Que se vayan lejos las molestías, y ese constante fruncir del seño, prefiero ser feliz, y disfrutar por fin del matiz que le doy a mi vida.

domingo, 17 de enero de 2010

Suburbia..


En el centro de mi vida
en el núcleo capital de mi vida
hay una fuente luminosa un surtidor
que alza convicciones de colores
y es lindo contemplarlas y seguirlas

en el centro de mi vida
en el núcleo capital de mi vida
hay un dolor que palmo a palmo
va ganando su tiempo
y es útil aprender su huella firme

en el centro de mi vida
en el núcleo capital de mi vida
la muerte queda lejos
la calma tiene olor a lluvia
la lluvia tiene olor a tierra

esto me lo contaron porque yo
nunca estoy en el centro de mi vida

Qué más.


Queda seguir creyendo en la democracia ¿qué más se puede hacer?

Queda seguir ocultando errores de quienes han perjudicado a todo un pueblo con sus sucios y torcidos planes.

Queda seguir votando por el mal menor, todo sea por evitar un mal más grande, un terror que no tenga final.

Quedan las esperanzas esparcidas por el aire, en espera de que alguien las recoja para hacer un cimiento fortificado, y crezca un Chile más consolidado, y menos parchado.

¿Qué más queda por hacer?

jueves, 14 de enero de 2010


Hace un tiempo, me entregué a tus besos sin vacilaciones, dejé que tu sabor se apoderara de mi piel y me hiciera parte de ti. Permití que tus ojos me cautivaran y cambiaran la dirección de mis días. Decidí que acompañaras mi caminar y mis días, tomé tu mano, te sonreí y buscamos un lugar para expresarnos sin parámetros y restricciones.
Cada vez que describía a un hombre, según mis gustos, debía ser un hombre inteligente, un tipo cabezón y seco, convencido y atractivo desde su banco. Un cautivador, un loco de patio, hiperventilado, y tierno, pero de esos tiernos que con una sonrisa te dejan volando por horas. Alguien que no planeara los días, que con su olor me cambiara los días y que acariciara mis lágrimas, que me permitiera dejar fluir mis locuras y respetara mis eternos letargos, que le diera color a mis pasiones y apoyara mis tardes soleadas.

Fuiste tú quien sonrío con mis mañas, y quien acompañó en silencio mis lágrimas sin fundamento, quien esperaba minutos de arena que volteara mi rostro, te mirara a los ojos, y por fin te dijiera: "abrázame"

Hemos caminado juntos poco menos de cinco años, bastante coloridos y sabrosos, bien sonreídos y abrazados, matizados, han tenido de ti y de mí, y hemos sabido poner freno a excesos y acelerar las veces en que el amor toma más protagonismo aún. Hoy, puedo decirlo, los años han pasado fugaces, no llevo la cuenta de las veces en que pronuncié palabras de amor, no llevo el peso de años, más bien guardo sonrisas y recuerdos, convivo con un corazón feliz, alegre y espectante. Encantada, enamorada y babosa de lo que hemos contruido, de lo posible que pueden hacer nuestras manos unidas, de la bondad de tu mirar y de la inocencia que guardas con recelo.

Conquisto tu boca como aquél día, y sonrío al anochecer abrazada a tu cuello.

Aún sigues aquí. Quédate conmigo.

miércoles, 13 de enero de 2010

Vuelvo por unos días


Volví.

Luego de días, estoy hechada en mi cama, viendo como las horas pasan sobre mí, tratando de agotar este cansancio. Escucho a Aznar intentando buscar muchísimas más respuestas que surgieron con los días, pero pienso y pienso.. quedo pegada.

Reconozco mis talentos, pero debo ser objetiva: tengo un montón de defectos difíciles de remedear, un egocentrismo tan oculto, pero que me debora con rapidez, muchas veces a punto de descubrirse, carezco de autocrítica explícita, más bien me muerdo la lengua y me pudro por dentro, para sonreír para los demás. Intento trabajar en ellos, me entrego a las letras para dejarme llevar, para sobrellevar mis errores y aliviar mis lágrimas, pero me traicionan y hablan por mí.

La tranquilidad me invade estos días, me lancé en una aventura totalmente nueva, compartí mis días, inventé, abracé, toqué, lloré, caminé bajo el sol, sonreí y me dejé llevar. Vi a Dios en cada lugar, en cada lágrima y todas las demostraciones de cariño posibles e imposibles.

Vuelvo a mi lugar, a este cuarto y a mis ideales, a los días de sol esperándote para compartir y soñar nuestras vacaciones, a las tardes eternas pensado y recriminándome por mis faltas y todas las veces que debí decirte lo mucho que me hacías falta a través del teléfono, pero mi soberbia me ganó. Vuelvo a abrazar y a besar con más amor, ese amor contenido en 10 días de ausencia.
Vuelvo..

sábado, 2 de enero de 2010

Go 2010 !


Las esperanzas bailan por mi piel con la llegada del 2010. Es que este año pasarán tantas cosas, que ya quiero gritar: muchas saldrán de la universidad, otros tantos entrarán, unos pocos seguirán el camino de sus sueños, y el resto verá como se le pasa la vida.

Yo me entrego por entero a este año, a sus desafíos y al amor renovado, dejando atrás miedos, prejuicios, errores y malentendidos. Es mejor volver a brillar, es mejor comenzar a sonreír con mayor frecuencia, es mejor abrazar los amores que llorar los olvidos, es mejor besar las pasiones que los inviernos malditos. Me cobijo en los brazos de Dios, y dejo que guíe mi camino.

No más lágrimas innecesarias, no más rencor, ahorraré palabras y aumentaré expresiones o quizás viceversa, cobijaré anhelos y encantaré con caricias lo obtenido. Sabré acoger palabras, y cerrar los ojos cuando sea necesario, respirar y contar hasta cien para no explotar, concentraré mis fuerzas en amar, a quienes me esperan y abrazan, a quienes me curan y animan, pero también lo que hago, lo que sueño y lo que me hace sonreír.


Amar: he ahí la receta.

Somos