miércoles, 19 de junio de 2013

Tantas cosas y sólo una persona.

Ni siquiera puedo hacer una metáfora de esta semana diciendo que me subí a una montaña rusa, y aún no me bajo, porque esta pelotudez no me suelta.
Podría decir que han sido semanas de mierda,
pero no lo han sido completamente,
más bien las enfermedades se me vinier encima:
desde mi papá, pasando por mi gato y luego yo.
Podría decir que todos los días las amistades me desilusionan más,
que intento respetar los ciclos de cada persona,
pero ¿cuándo soy yo la protagonista?
Hoy pienso en mí.
He intentado siempre eliminar cosas negativas,
pero están pegadas, 
se niegan a emigrar,
vuelven una y otra vez,
aparecen y desaparecen,
vuelven con una sonrisa
y se marchan con la boca llena de escusas.
Sí,
quiero familia,
amor, sonrisas, carcajadas,
planes, siestas,
lectura ociosa matutina,
música y baile,
amistad de verdad y permanente,
tiempo,
mucho tiempo para mí,
para crear mis propios problemas y no vivir con los de los demás,
mucho tiempo para hacer deporte,
mucho tiempo para (re)pensarme,
mucho tiempo para planear.
Quiero profunda tranquilidad y estabilidad,
olvidarme de la necesidad del dinero,
de la superficialidad del cuerpo
y las ganas que tengo de irme al carajo.
Quiero dejar de escuchar palabras repetidas,
frases hechas,
calmantes y vacíos,
prefiero el silencio ensordecedor.
Correr por la playa con mi cámara
y enloquecerme con el sonido de las olas
y el profundo azul allá donde se pierde la línea horizontal con el sol.
Tener la seguridad de esas vacaciones,
recorrer esas calles con el acento maravilloso pegado en la piel,
con la certeza de la diversión y la mierda bien lejos.
Aprovechar las oportunidades que se me presentan,
gracias a mi esfuerzo y trabajo,
a las noches de desvelo y las lágrimas de ansiedad y dolor.
Armarme de paciencia para afrontar los años que me queden a tu lado,
para aprovecharte y conversar unas cuantas veces el mismo tema,
recorrer historias que siempre escucho
y recordarte como hoy.

Quiero tantas cosas y sólo tengo las ganas y las lágrimas.
Sólo tengo la familia repartido
y los deseos de poner mi vida por delante de todo.
Sólo tengo el esfuerzo y las energías a medias.
Sólo tengo mis manos y mis capacidades
para cumplir cada uno de mis sueños.
Por lo pronto,
me deshago de la mierda,
de la decepción que me persigue desde que comenzó esta relación,
dejo todo el tiempo restante sólo para mí.
Y...
cuatro de diciembre te espero
¡te espero!

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