martes, 29 de mayo de 2012

Sin título

En días como hoy
no tengo la certeza de dónde iremos a parar.
Me cuesta pensar en cinco o veinte años más,
cuando las luces de mis viejos se apaguen
y sólo nos quede su recuerdo en este lugar,
cuando no haya más que hermandad
en esta tierra
¿Seremos el fiel reflejo de nuestros papás
o seguiremos hundiéndonos en esta mierda
de orgullo y estupidez?
Se me llenan los ojos de lágrimas al darme cuenta
que algunos se quedaran solos,
tal como vinieron al mundo,
pero esta vez sin una madre que los reciba.
Me da pena pensar que el proyecto
de amor no fecunda en algunos,
y en otros, se nos sale por los poros.
Y por eso me senté una vez a conversar,
porque sé que los modelos de conductas se repiten,
porque sé que en unos cuántos años más,
quedaremos nosotros:
los esqueletos de todo ese amor como herencia.
Duele el alma,
las entrañas,
la intuición.
Duele cuando no se escoge a la familia,
duele cuando las personas son tan ciegas,
duele cuando los años no han servido de nada,
cuando las fotos no son más que rostros dibujados
y no una felicidad construida.

Una vez más me dejo caer en tus brazos,
consuélame.

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