jueves, 17 de mayo de 2012

A pasos


Siempre que puedo: que el tiempo apremia,
y que la vida me parece extremadamente gris
o inmesamente paraíso, me voy a ese lugar
donde me reciben dos hombres robustos,
con un mate en la mano y una cejtilla de cigarros
son capaces de levantar muertos,
revivir mis esperanzas e integrarme de nuevo a la vida.
Ese lugar puede hablar de mis historias,
esas paredes saben mis angustias pasajeras,
he confesado mis tristezas más superficiales,
mis alegrías pasajeras que me dan un trozo de paraíso,
y la felicidad más inmensa de tenerlos en mi vida.
Ahora lo necesito, ya he dado el paso que tanto
esperé dar, sólo hay que esperar la fecha de vencimiento,
y darme un tiempo para mí
¡POR FIN!
¡Allá voy gordos amados!
Necesito reencontrarme, buscarme en el lugar que me perdí,
saborear el ocio y la nada que están pegados en mis sábanas,
retomar los diez años que perdí (sé que gané mucho, pero
últimamente estoy perdiendo más que ganando),
disfrutar a destajo de quienes ya perdí el rostro,
ir donde se me parezca, tomarme el tiempo que deseo,
abrazar más de la cuenta, lanzarme a proyectos desconocidos,
aprovechar a mi sobrina desde cerca
y que no olvide mi rostro por la distancia
y las putas responsabilidades,
conocer lo desconocido de los fines de semana,
tener la posibilidad de decisión entre lanzarme a la aventura
o quedarme anclada en los deseos.
Por fin volveré a tener poder sobre mí,
el derecho me será devuelto.
¡Ya cuento los días!

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