No recuerdo la última vez que salí
No quiero parecer una patética, más bien,
no habían invitaciones que me conquistaran
y mi exigencia se apoderaba de toda decisión
Esta vez, me costó una semana
y tenía que llegar el último día
con lluvia y relámpago para prenderme
y por fin animarme
¡Y cresta que me sorprendí!
Necesitaba un recreo como este,
apoderarme una vez más de un viernes por la noche
y pensar en mí y sólo en mí,
no recaer en recuerdos crueles
o melancolías baratas
que a lo único que contribuyen es al masoquismo
Me desprendí por fin de esa sensación
para arreglarme, secar mi pelo,
sacar los jeans, mi chaqueta nueva y mi pañuelo rojo,
tomar las llaves, en encendedor y las lucas,
correr a la micro, caminar bajo una tormenta eléctrica,
con los labios rojos saludar a caras nuevas,
risas nuevas, carcajadas desconocidas, pero necesarias
Entrar al bar, conocernos, hacer uno y mil brindis,
cantar desangrándonos en voz de Ismael,
aplaudir y compartir hasta que nos echaran del lugar.
Caminar pasadas las 3 de la mañana,
contar anécdotas, burlarnos de la estupidez,
planear salidas futuras,
abrazarnos y volver a reír.
¡Volví a tener poder sobre mis días!
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