lunes, 31 de mayo de 2010

Desgastada


Quedé helada. Perpleja ante tanta verdad traducida en mi inconsciente. Quieta y en silencio, mis lágrimas traducen y evidencian mi pesar, mi soledad. No hablo de exagerada, de embriagada de amor, de sobre explotada, hablo desde la carencia y aquella necesidad que me persigue hasta en los sueños, esa que me espera en la bajada de la estación, y está pegada a mi sombra y a mis pasos. Quiero de ese tiempo rico, fructífero, compartido, acompañado y caluroso, quiero que esas personas vengan a espantar este frío de mierda, que me lleva la cabeza y me tiene en este bajón, con los ojos opacos y las lágrimas vacías y esperanzadas.
Tengo ganas de desfallecer unas cuantas horas, revolcarme en las sábanas y llorarmelas todas, que mi piel vuelva a sentir ese calor que perdió, que las noticias vuelvan a sorprenderme hasta los dientes y que mi sonrisa salga sin peros ni ausencias. Estoy desgastada, como ensuciada por tanto y tanto, no exagero, no me quejo más de lo debido, sólo pongo atención en aquello para detenerlo ahora ¡ya!

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