domingo, 23 de mayo de 2010

Con ganas de irme, pero llegué

Ha pasado un poco más de veinte años desde que nací. Llegué a una familia constituida, a poner la guinda de la torta, y cerrar la fábrica de guaguas. Con complicaciones, pero llegué.
Siendo la única mujer de la casa, llegué. A cerrar bocas, llegué. A disfrutar la vida, llegué. A formar y desformar, llegué. A ser, llegué. A iluminar y sentirme opacada, llegué. A contar cicatrices, llegué. A realizar y soñar, llegué. A llenar aquel espacio, llegué. A ser criada, llegué.
Hoy tengo ganas de irme, aunque llegué. Hoy tengo ganas de mandar a la mierda, pero llegué. Quiero correr, pero llegué aquí. Quiero vomitar todo, pero aquí llegué. Quiero arrancar, pero llegué sin aviso, llegué. Pretendo volar, pero aquí estoy amarrada. Quiero maldecir sin censuras, pero llegué. Siento asco de este lugar, pero llegué aquí, no lo elegí. Quiero renacer y llenarme de energías, pero estoy amarrada entre sombras grises. Quiero gritar, pero me callan la boca, los hombres de este lugar. Quiero avanzar, pero me atan. Quiero ser y me manipulan. Quiero trascender y me desprecian. Quiero sonreír y me limitan.
No puedes esperar, que luego de veinte años de ausencia presente, quieras a toda costa, ser algo en mi vida, más de lo que ya eres: un ser. Nada más. Aunque golpees la mesa sin césar, y alces la voz, para sentirte omnipotente, lo único que causas en mi es pena y decepción. Yo seguiré aquí, con las ganas entre las manos de construir un lazo más fuerte y tú, seguirás golpeando la mesa, sin que nadie te escuche.

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