jueves, 29 de diciembre de 2011

Segunda balance del año: Familia


El segundo balance de estos doce meses se lo dedico a mi familia, y hablo específicamente de aquellos hermanos de sangre y papás, quienes han compartido mis veintidós años bien vividos, de altos y bien bajo, de risas y de llantos, de abrazos y de disgusto, de triunfos y de derrotas.

Cuando me han pedido hablar de este año, siempre he afirmado que ha tenido mucha información, partiendo por la vuelta a la congregación por segunda vez y definitiva de Jorge (mi hermano mayor), quien hace unos años se arriesgó en una relación que no le dio ningún fruto, más bien, pérdida de tiempo y aprendizaje a golpes (literalmente). Al saber la noticia (antes que todos, como siempre me pasa, con su vida al menos), se me llenaron los ojitos de lágrimas y una vez más me sentí feliz por él, pues ese camino antes trazado, estaba en espera de su retorno. Sin embargo, como muchos, cuestioné y pregunté duramente, pues no le permitiría un receso, nuevamente. Hoy, los planes ya están siendo cursados y en unos meses más se embarca a vivir a París por tres meses, para continuar con los procesos que no se cumplieron hace unos años. Tengo fe, mucha fe, en que las cartas están hechadas y sólo queda vivir con el corazón comprometido y la vocación como fuente de energía, para que la vida al servicio de los demás no carezca de frutos.

Siguiendo con la cronología de sucesos por años, las noticias de Felipe han sido reveladoras y capaces de transformar una familia, a través de lágrimas y noticias, de bienvenidas y acogidas. El casamiento ya había sido nombrado y estaba pendiente la fecha y los detalles, pero el nacimiento de mi primer sobrino y de su primer hijo fue una sorpresa maravillosa para todos. Recuerdo perfectamente ese día como si fuiera ayer, cuando reunidos en la cocina, a pocas horas de llegar a casa y a pocos minutos de almorzar, todos levantamos las copas para hacer un brindis por la familia y por volvernos a ver, Felipe dice: "yo quiero hacer un salud porque me caso el 10 de marzo y serán abuelos y tíos". En esos segundos en que practicamente nos daban vuelta un balde de agua fría sobre la cabeza, no podía más de las lágrimas, no podía más de amor en ese momento, aunque no atiné a nada, ni siquiera a abrazar a mi hermano ni a Odette, más bien me quedé pensando en cómo sería su rostro, en su nombre, en cuánto lo amaría desde el primer momento y sería un nuevo motor de arranque para la vida de todos. Ese día descubrí que Dios se estaba haciendo cada día más presente con su misericordia entre nosotros, que su amor nos estaba abrigando para quedarse entre nuestros brazos y comenzar una nueva etapa en familia.

Por último, mis papás han tenido buena salud dentro de las posibilidades, el trabajo ha escaseado, pero se mantiene a puro esfuerzo y voluntad de mi padre. Así como Vicente se ha podido consolidar en el trabajo y en sus relaciones, para seguir trazando planes en su vida y proyectos a largo plazo para formar una familia con quien más quiere.

A modo personal, haré una entrada para aquello, pues necesito tener en consideración todos los proyectos que se me vienen encima y todo lo que deseo hacer.

Sin ninguna duda, este año fue muchísimo mejor que el año pasado en cuanto a mi familia, las novedades nos han invadido y han sido la mejor bendición que hemos podido presenciar los 6, mirando nuestros rostros y descubriendo cómo ha pasado el tiempo, cómo nuestros rostros de pendejos han cambiado tanto, cómo la vida se nos va siendo más promotedora y mucho más acompañada que en la infancia, pues ahora nos amamos sin dudar.

Sólo le pido a Dios que siga envíandonos amor y más amor, para que no falte jamás y para que siempre nos acompañemos, pues hemos sido bendecidos con la elección de Él. Además, ya no seremos seis, seremos 8.

No hay comentarios:

Somos