jueves, 8 de octubre de 2009


Ya no es hora de dibujar ni de detenerme. He esperado mucho tiempo aquí, y acallado mis dolores, he escuchado la rabia de todos, y he ocultado la mía, haciendo tus problemas los míos, ¡qué mala estrategia! ¿sabes cómo se llama eso? Amistad. Silenciar mis penas, para escuchar las tuyas, y abrazarte en la nostalgia, me hace ser una buena amiga, socorrer tus auxilios con mi presencia, secar tus lamentaciones, y prestar oido todas las veces que lo necesites.. ahí he estado, al pie del cañon, para escuchar tus rabietas, y soportar tu cara de culo, para hacerte reflexionar de alguna forma, y que trates de ampliar tus criterios.. hasta el momento ha sido en vano, y no sólo contigo, sino en todas mis relaciones. Aunque no lo noten, siempre trato de ser especial con quienes son especiales conmigo, lucho porque mis relaciones tengan ese aroma especial que una vez me encantó, he tratado de dejar huella, regalar sonrisas, y algo mucho más concreto, y casi tangible: mi amistad. Aprecio este regalo, porque mantengo una que otra amistad que merece estar en un cuadro de honor, y no sólo porque mantengo una relación diaria con aquellas personas, sino porque tienen ese "qué sé yo" inexplicable, subjetivo, pero dulce muy dulce como la miel, que lo hace un encanto. Pero, ¿qué haré mal?, ¿por qué, a pesar de que me entregue, y sea capaz de sonreír en la adversidad, me sigue costando tanto mantener una relación de amistad con más altos que bajos? quizás ese mismo sea el problema, que me entregue sin medidas, como en todo, a la idea de un incondicional, de una voz y de una oreja, que sean capaces de correr a mi auxilio cuando las nubes no me permitan ver aquél brillo que me abrumó y conquistó, que ese abrazo sea el gesto más fraterno y esperado, a la hora del desconsuelo. Como en todo, pierdo y gano, pero esta vez, como en la mayoría he perdido.. perdido paciencia, cojones, libertad, respeto, y por sobretodo algo de mi corazón marchito y desilusionado, una vez más, pero te juro que aprenderé y recordaré por siempre tu frase: "¿por qué esperar de los demás lo mejor, si siempre nos sorprenden?"
Envuélme de tus sombras y luces, embriágame de abrazos y de aquella calidez que hoy me falta, llena mis carencias, y sonríeme en mis angustias, saca de mí este puto dolor, extrae mis reoncores y llenálos de esperanzas.

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