sábado, 31 de octubre de 2009

¡Vuelvan!


Al crecer, aprendemos muchas cosas, nos sentimos realizados al dejar atrás la infancia, y ver cómo progresamos en el mundo de "los mayores", pero como en todas las cosas, para ganar algo, perdemos otra cosa; en este caso, perdemos la infancia, y todo lo que conlleva (dependencia total del seno materno, regaloneos excesivos, unión y mucho cercanía, lo cual a veces persiste), y ganamos un pasaje a la vida adulta, a la competitividad, a las artimañas, a la individualidad y por sobretodo al egoísmo.


Me asombré al pensar como han pasado esas etapas por mí, cómo de un momento a otro, dejaron de cobijarme en las noches, esos brazos tan cálidos, y ese beso que calmaba toda angustia de niña. Al conversar con la poseedora de esos brazos, y escuchar los miles de viajes que hice cuando pequeña, mis travesuras (que no fueron muchas), y recién ahí me cayó la teja, ahí me dije: "¡cómo cresta pasa el tiempo por mi cuerpo, y ni siquiera lo noto!"


Hoy, pido a gritos el retorno de una de esas cosas, quizás no de todas completamente, pero sí de ver esas caras de infancia, que aunque vivan conmigo, están a años luz de lo que fuímos alguna vez. Deseo una tarde con aquellos ojos claros, con ese gritos, y carcajadas, con esas burlas, y abrazos, necesito de ese toque familiar, que ningún otro abrazo puede entregármelo, de ese olor que nos caracteriza, y del que tanto he recordado estos días. No existe ningún otro Felipe con aquellos ojos, que pueda devolverme la sonrisa, ni nunguna mujer como ella, con ese olor que me tranquiliza, no hay otro Jorge de ojos celestes, que tenga ese humor tan frívolo y recto, a la vez.


Esa calidez es la que me hace falta.. ninguna otra.

No hay comentarios:

Somos