sábado, 22 de septiembre de 2012

La enfermedad no puede con nosotros


Hace mucho tiempo que las cosas no están bien.
Nunca hemos tenido el hábito de sentarnos a conversar para decirnos las cosas a la cara, más bien, nos gusta amarnos, discutir escondidos y lagrimear como bebés en el seno materno.

Sin duda, hemos vivido muchas cosas: 
despedidas, bienvenidas, pérdidas, discusiones muy fuertes,
enfermedades, dolor, incertidumbre y silencios eternos,
palabrotas, distanciamientos, enojos por meses,
malhumor, tensión, amor profundo, enseñanzas, códigos
y por sobre todo, aprender a amarnos y a volver siempre al nido.

Muchos años aprendimos a hacernos los locos con todo,
a tapar el sol con un dedo, 
a remar en silencio para el mismo lado, 
a acallar los dolores propios para sobreponer el del resto,
a ser consciente de las necesidades de los demás, 
a optar por la familia SIEMPRE,
a abrazarnos en silencio,
a apoyar los sueños y hacerlos comunes,
a estar donde el corazón está,
a disfrutar del seno familiar como fuente de vida,
a hablar de la infancia con añoranza,
a aprender de la sabiduría de los abuelos,
a recordar con el corazón constreñido.

Ya es momento de remediar los años de silencio,
es hora de que la verdad entre por las puertas y las ventanas
y seamos capaces de seguir amándonos 
en la dificultad, como lo hemos hecho siempre.
Es hora de volver a la matriz, al origen,
abrazarnos y soportar esta depresión de mierda
que no sólo ataca a uno, 
pues somos todos.
"no sé si ustedes piensan lo mismo,
pero si tú papá estás mal,
TODOS ESTAMOS MAL".

La enfermedad vino a atacar al patriarca
sólo para recordarnos lo frágiles que somos,
y lo olvidado en el silencio que estaba.
No es primera vez que nos toca trabajar en equipo,
desde el norte y del sur,
desde tu pieza a la mía,
desde tus temores a los de todos:
sin duda, el ahora ya llegó,
para decir lo que muchas veces callaste por no herir nuestros ideales,
lo que muchas veces no quisiste decir porque nos criaste libres.
La cuenta de toda tu vida llegó hace tiempo
y nunca quisiste admitirlo,
porque la trágica muerte de mi abuelo sigue viva en tus ojos,
porque la decisión de vida del Jorge te sigue sabiendo desconocida,
porque el alejamiento de la familia del Vicente tiene que ver con tu silencio,
porque siempre quisiste que un hombre valiera la pena para mí,
porque la distancia hacia el norte se hace eterna cuando quieres abrazar al Feli,
porque es imposible que te pierdas la lactancia de la Amanda,
y sobre todo, porque no sólo tú estás enfermo,
TODOS ESTAMOS ENFERMOS CONTIGO.

"Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida,
ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente,
ni lo por venir, ni lo alto ni lo profundo,
ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios,
que es en Cristo Jesús Señor Nuestro" (Romanos 8, 38-39)




1 comentario:

Romina dijo...

hola estimada
me dio mucha alegría la noticia que me diste. Yo también soy maestra. Como te respondí en mi blog, confío en que vos vas a saber mecerte con el viento. Para eso, hay que tener las raíces bien puestas. Leé todo lo que puedas, no desheches teorías, todo sirve, todo se recicla, todo puede adaptarse a cada niño, a cada situación. Mis mejores deseos para tus primeros pasos. Beso grande. Y si en algo puedo ayudar, ya sabés donde encontrarme. Besos

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