miércoles, 31 de diciembre de 2014

Chau!

Nunca me he conformado, siempre he creído en la posibilidad de crecer, de enmendar, de creer, de esperanzarse para mejorar. De acuerdo a esto, no es de mí parecer decir o postular "este fue mi mejor año",
"ha sido el mejor año", ni algo remotamente similar. Es más, siempre he criticado mi vida y todos sus aspectos, la debilidad, el miedo y la frustración, que me navegan a diario, con más o menos profundidad.
El mundo laboral me puso de cabeza: la exigencia, la rutina, las responsabilidades, el priorizar el trabajo a cualquier contingencia, la vida adulta, el choque del deber con el deseo, las ganas de claudicar, el deseo por seguir estudiando y mis benditos estudiantes. 
Todo aquel mundo se me presentó como un balde de agua fría, de alguna manera por la mala experiencia que tuve al inicio, pero también por todo lo que significa aquel salto de la universidad y el hogar al mundo laboral y su rigidez. El cumplimiento porque sí, la cortesía, el protocolo y la parquedad, están presentes en una primera línea, por sobre la espontaneidad, la chispa, las carcajadas y el la alegría desbordante.
Sin duda, fue un año de experiencia pura, de reconocimiento por parte de los estudiantes como una profesora cercana, y la creación de aquel espacio que se crea en el aula. Pero además, de la confirmación de la vocación - pasé el primer año -, del inmenso deseo de seguir creciendo, aprendiendo, construyendo desde el aula, en otros horizontes, en otros espacios, con nuevos rostros, siendo forastera, siendo yo con otros en construcción, en proceso, en armonía, en crecimiento.
Es decir, en lo profesional: no me quedo, voy más.
Las personas - en la mayoría de los casos - no escogemos donde nacer, quiénes serán nuestros padres, quiénes nos van a herir o con quiénes formaremos lazos incondicionales, más bien, nos dedicamos a disfrutar y a aprender en esos espacios que nos fueron regalados al momento de nacer. Me considero una afortunada en este aspecto, aunque no sea amiga de mis hermanos, aunque hoy no hable con uno de ellos, aunque hasta hoy no entiendo qué rol debo cumplir: me premiaron por alguna razón que desconozco. Soy agradecida por la madre que tengo, porque puedo vivir con ella aún, porque no dejo de aprender de su vida, de su fortaleza y del inmenso amor que nace de la herencia de mi abuela. Es ella la luz de esta familia. Luz, pilar, fundamento, raíz, responsable - o culpable -, incondicionalidad, empatía, sonrisa, descanso, abrazo, calor, palabras, todo. Aunque tengamos distintas personalidades, nos cueste entendernos y a veces es mejor el silencio, tengo la certeza de que en su brazos está el mejor consuelo de esta galaxia y las otras. 
En consecuencia a lo que esta mujer ha construido a lo largo de casi cuarenta años de matrimonio, somos y seguimos siendo sus hijos. Ella es responsable de quiénes somos, pues se encargó de modelarnos con arcilla aquellos valores que nos tatuó en el alma: distintos, muy distintos, con carácter y responsabilidad, con empatía, pero por sobre todo por amor por el otro. Sin duda, ha realizado un trabajo maravilloso, lleno de esfuerzo y entrega absoluta, que seguirá cumpliendo hasta la posteridad, aunque la enfermedad nos invada, aunque el orgullo se coma la comunicación, aunque la desesperanza nos ahogue. La certeza es que siempre nos tendremos y te tendremos.
Confirmar amistades y aferrarme - y descansar - en sus energías para seguir el camino. 
Esas personas - contadas con los dedos de una mano - son el bendito bálsamo que Dios me regaló. Son ironía, humor negro, verdad, luz, armonía, cobijo, honestidad revolucionaria, brazos abiertos, carcajadas y empatía, certeza y amor a ciegas, verano e invierno, pomelo amargo y chocolate dulce, helado de mandarina y pizza de queso azul, mate y cigarros, melón con vino y baile, lágrimas y consuelo: son presencia infinita de Dios en mi vida. Yo, a ellos los amo con el alma, con mi humor de mierda y mis deseos de arrancar. 
Emigrar, construir, emprender, marcharse: al carajo y más allá.
Esas serán las premisas, las ideas, los proyectos, los objetivos y los deseos.
No quedarse, no congelarse, priorizar, profundizar, crecer y seguir adelante, no estancarse, no achuncharse, no perder el tiempo, no callarse, no abrazar, no besar, no decir en el momento preciso, no apagarse, no lanzarse, no atreverse y no amar - ni dejarse amar -. Emplear el afirmativo de estas oraciones, llenarse de energías y calidez, de certezas y de proyectos para lanzarse a la vida y amar los desafíos, para realizar lo imposible y romper con los límites.

Deseo emprender. Lo haré.
Deseo lanzarme. Lo haré.
Deseo marchar lejos. Lo haré.
Deseo tenerlos siempre. Lo haré.
Deseo abrazarlos. Lo haré.
Deseo amarme. Lo hago.


2015: venite conme!

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