viernes, 25 de septiembre de 2009


Que pasen estos días, y estas incertidumbres. Que venga el calor de aquél hombre, y me llene de su amor, y misericordia, que espante mis miedos, mis culpas, mis regaños, mis faltas y las invada con su luz, que me potencie con su sabiduría y actúe por mi en cada situación. Que me regale más de aquellos días, en donde me queda sonreír, y no pensar, donde el viento me revolvía el pelo, y me dejaba llevar por el calor del sol. En estos días, he pensado, me he pensado y te he pensado. Sé que algo perdí, no sé dónde, quizás entre mis ropas, o mis enojos que vienen y se van. Sé que puedo perderte, pero la vida es tan agridulce, que me llena de esperanzas, pero a ratos me envuelve de angustias y pesadillas, que me impiden seguir adelante, y seguir sonriendo. No sé como volver a tenerte entre mis brazos, invadirme de ti, y llenarte de mi, no sé cómo enamorarte como lo hice hace algunos años, no sé cómo sentir esas hormigas caminando por mi piel, cada vez que me sonreías o tocabas mi piel, quizás por equivocación, pero hasta tu voz me hacia temblar. Pasan los días por mí, aplanando alegrías y destellos de luz, arrasando con mis ideas, y con lo que quedaba de esta María Olga, que tanto amaste, pero que se fue con las horas frías y ausentes de tí. Quiero renacer, y envolverme de sonrisas, y regalos, quiero abrazarte una vez más y sentir todo lo que alguna vez olvidé, quiero respirar de ti todo lo que a mi me falta, reconstruirme de aquellos pedazos que guardé en mi baúl. Te amo como siempre, como aqué día que me tomaste entre tus brazos y me prometiste maravillas, con tu sonrisa cómplice, que tanto extraño. Quizás tú también has cambiado, el paso de los días y de las horas, hacen estragos en corazónes como los nuestros, pero yo te esperaré como ayer, hoy y siempre, la misma mujer de siempre.

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