lunes, 25 de julio de 2011

Pérdidas


Con sólo diferencia de unas horas
presencié dos pérdidas humanas
Vi cómo la pena invadía lugares sin remordimiento
vi cómo el desconsuelo se llevó la esperanza
vi cómo las lágrimas eran la respuesta más próxima
Dos mujeres azotadas por la enfermedad
emprendieron camino
dejando hijos, hermanos, nietos empapados de lágrimas
La primera se despidió en un día soleado,
muy acompañada por sus nueve hijos,
cantos y esperanza
en un parque precioso, llena de flores y olor
La segunda, en un día nublado casi con lluvias,
en un cementerio de asfalto y frío,
de desesperanza y resignación
El dolor de la pérdida no deja avanzar
pone muros casi imposibles de derribar,
pero en las dos pérdidas que presencié y fui participé
vi luces de esperanza, vi como el sol entraba en sus corazones
vi cómo los abrazos y las presencias son capaces de transformar,
vi cómo el amor de esas mujeres aún seguía latiendo por aquellos rincones.
Absorbí ese dolor, esas lágrimas, esos abrazos,
me traje a casa el bajón y la pérdida,
los rostros empapados, las miradas cómplices,
los reencuentros dolorosos, las palabras.
Me sentí viva en los que me necesitan,
a pesar de sentir el cuerpo cansado y pesado,
ellos me necesitan y allí estuve sin excusas, sin reclamos,
con la voz firme y el abrazo cálido

1 comentario:

AleMamá dijo...

¡Qué cosas tan lindas has dicho, amiga! tienes razón, en cada pérdida así igual quedan cosas buenas.
Cariños

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