domingo, 13 de febrero de 2011

Ambigüedad


Qué día más ambiguo.
Acarreando la tristeza de una pérdida hace cuatro años,
pero además aliviada y feliz por sentirme escuchada por Dios.
Recordé perfectamente ese 13 de febrero del 2007,
cuando cansada de luchar contra el cáncer y las mil cosas
que invadieron tu cuerpo, Dios te llamó para hacerle compañía
a tu viejito y a tu hija que te esperaban hacer ya varios años.
En aquellos días, el ambiente en nuestra familia ya era triste,
sabíamos que en cualquier momento ibas a partir, pero estábamos
tranquilos de saber que fuiste feliz y fuiste la abuela y la madre más
maravillosa.
Anoche me visitaste en mis sueños, fue increíble verte,
escuchar tu voz hablándome, más aún este día,
ya que hace semanas que no soñaba.
Te decía lo que sentía, cuánto te necesito hoy, quería saber de tí,
y ahí estabas preocupada por mí: "qué problemas tiene mijita",
me dijiste con tus ojos cristalinos. Creo que fue el mejor regalo que
Dios me pudo dar este día tan triste, sólo Él sabe cuánto te necesito,
cuánto rezo por tí, cuántas veces te he sentido presente mirando
a los ojos a mi madre.
Toda la semana le pedí a Dios y a la Virgen de Lourdes
que se hicieran presentes una vez más en mi vida,
necesitaba volver a sentir esa espiritualidad,
manifestada en todo, transformándome la vida,
agitando corazones para envolverme de amor infinito.
Y aquí estoy, lagrimiando de amor, satisfecha,
completa y feliz, porque no dudo de la inmensidad
de esa mujer que llamé una y otra vez cuando pequeña
y de cuánto la necesito a ella.
Pero gracias a su existencia, tengo a la mejor mamá de todas,
a una rubia de piel clara, bruja como ella sola,
pero la mejor en todo.
Además, confío en que algún día, no muy lejano,
viviré nuevamente desde las entrañas aquél amor,
y con los mismos ojos inquietos. Lo sé.
No me queda nada más que agradecer a Dios.

1 comentario:

AleMamá dijo...

Lindo homenaje a tu abuela. Tus oraciones debe oirlas en el lugar que esté. No la des por libre de necesidad de rezar por ella pues eso no tenemos la facultad de saberlo, así es que por si las moscas....¡sigue rezando! si no las necesitara ella, le servirán a otra alma, Dios sabe más.

A veces, amiga, no "sentimos" a Dios, nos prueba con arideces, pero no es que no esté, es que se oculta para que lo busquemos llamando, como cuando un niño llama a su madre o abuela y ellas se esconden para hacerla rabiar un poco y ver cuanto insiste. Cuando la cosa es seria SIEMPRE acude a nuestro llamado. Muchas veces uno no se da cuenta de su Providencia hasta que mira para atrás y ve -patente-su dedo, su huella. No te desanimes nunca.

Besos

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