jueves, 27 de enero de 2011

Hace unas seis horas que no salgo de mi cuarto, desde que discutí con mi madre. Cada día descubro que no se puede con ella, sus fundamentos hasta cuando alza la voz, me siento abatida, perdedora, diminuta, pequeña. Al término de cada discusión, no me queda más que caminar y enterrarme en la cama, perpetuar mi cuerpo en las sábanas y si es posible, no salir jamás. Eso he intentado estas horas, hacerme invisible, vivir desde afuera mi dolor, no pronunciar palabras para evitar otras discusiones: es por eso que no he esbozado palabras, no he salido de mi pieza en horas, escucho palabras detrás de mi puerta mientras miro el techo y lagrimeo como niña de 6 años en busca incansable de explicaciones lógicas o imaginarias. Me suenan las tripas del hambre, pero no puedo salir a enfrentarme con la realidad, prefiero mantener el dolor de cabeza que aumentarlo sin medida, prefiero cerrar la boca y tragarme las mil palabrotas que se me pasan por la cabeza.

1 comentario:

AleMamá dijo...

No dices por qué han discutido. Es básico para opinar, pero lo haré igual, generalizando y tratando de imaginar un escenario típico de las peleas de padres-hijos. Las he tenido desde los dos ángulos.

Te sientes muy pequeña y frágil frente a tu madre porque las madres pesamos mucho, lo queramos o no. Estamos hechas de un modo especial porque tenemos el deber de formar otra generación y debemos hacerlo desde el amor, y por eso, ejercer la autoridad, y ahí es donde a veces no atinamos, pero conste que sí amamos.

Para pelear se necesitan dos, y muchas veces los hijos tienen prejuicios y no quieren oir tampoco, y los padres hablamos golpeado por el prejuicio, también, de que sólo gritando seremos escuchados, y nos equivocamos todos. Hay que esperar un rato, NO DEJAR DE HABLAR JAMÁS, y luego de pedir disculpas mutuamente o sólo uno (tu parte es la única segura, empieza tú) a separar "las plumas del pollo" y ver qué parte de verdad tiene cada una. Con una hija como tú, estoy segura de que tu madre no es una bruja con lunar con pelos, así es que inténtalo poniéndote en sus zapatos, no siempre fáciles de llevar. Seguro de que ella se sorprenderá con tu cuota de verdad y tú te ablandarás porque sentirás el amor que te tiene.

¡Aprovecha que se acerca a tu puerta para reestablecer el diálogo! Esto de no dejar de hablar con los que has discutido te servirá en tu futura vida de familia (la tuya propia) y en tus relaciones laborales, sociales, etc.

Un beso y a bajar el moño, con humildad, porque los padres son los padres y merecen otra oportunidad.... ¡dile lo que sientes!

Suerte y mucho cariño para ti. Besos

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