domingo, 1 de junio de 2014

Caida libre.

Todos los días intento respirar para no ahogarme.
Dejar que las cosas "pasen"
y no atarme a lo que daña y quema.
Hoy no pude.
Tengo un nudo en el pecho
y no puedo deshacerme de él.
La puta rutina me comió las ganas,
las energías y el amor por lo que hago.
Se tragó mi corazón,
para devolverme un mar de lágrimas 
y sólo una esperanza.
Quiero correr lejos,
darme a la fuga
y encontrar un abrazo que cure esta angustia,
que me dé el consuelo que necesito,
que apacigue mis deseos de no estar,
que le dé sentido a esto
y me devuelva el sabor.
Todos son de la idea que la enfermedad nos elige,
pues yo creo que nosotros somos responsables de ello:
las decisiones tomadas en la juventud
repercuten alguna vez.
Y en esta oportunidad
nos estalló en la cara a todos.
No puedo elegir por otros,
pero tampoco puedo - hoy - elegir por mí.
Desearía elegir no escuchar,
no sentir,
no estar,
no presenciar,
no ser herida,
no ser olvidada,
no ser violentada,
no ser aplastada,
no ser humillada,
no ser ignorada,
no ser arrojada.
Busco esa bocanada de aire,
ese respiro,
ese abrazo,
esa esperaza escondida.
Deseo saborear la alegría de la vida,
volver a comprometerme con lo que creo,
trabajar por mis sueños y alcanzarlos,
recobrar la energía de mi juventud.

"A nadie le será dado saborear la alegría de la vida
sin que comprometa en ella toda su persona"
 

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