lunes, 21 de diciembre de 2009

Apagado.


Como muchos días, hoy no tengo ganas de escribir, y aún así mis dedos bailan al compás de Ismael Serrano, mientras las preguntas desfilan por mi piel, hasta llegar al corazón. Quisiera apretar "off" en alguna parte de este cuerpo algo extraño y tan poco familiar, y por fin por fin descansar de este lugar tan cargado de gritos, euforia, malentendidos, hipocresía, falsedad, malas intenciones, compras, ventas, días, noches, fríos eternos y calores del mismo infierno, mañanas extrañas y noches tan carentes de mí. Quiero gritarle al cielo que no doy más con esto, que la sonrisa que llevo cada mañana me la saco al dormir, que las lágrimas que no dejo caer todos los días, hacen daño aquí dentro, porque jamás llegan a puerto, porque no soy capaz de pararme sin tiritar, porque no puedo seguir viviendo entre basureros parecido a vidas, o vidas con caras de culo. Quiero vivir, quiero disfrutar de mis pasiones y por un segundo ser yo, ser la protagonista de esta vida abocada a aguantar, a dejar pasar errores, y vivir de la mediocridad de los demás. Quiero conciliar el sueño en las noches, sin pensar qué regalar esta Navidad, de dónde cresta sacaré plata, qué será de aquellos hueones que habitan el mundo el próximo año, qué será de tantos otros, y si esta casa seguirá oliendo a hostilidad y mentiras.

Las ansias me juegan en contra, quiero gritar al viento miles de cosas, y descargarme, sentirme libre de tanta basura, porque al parecer para los demás, mi cara tiene forma de basurero o será que la vida está apestando por este sector.

Talvéz, debería estar sonriendo, porque los motivos son varios, porque el verano promete, porque las oportunidades de arrancar se multiplican, porque la Navidad me hace viajar por lugares un poco más gratos, pero sigo con los labios pegados y la negatividad proyectada de mis ojos, con el desgano de los días y las maldiciones que salen como si alguien hubiese herido mi corazón.

No lo niego, quiero manda a medio mundo a la mierda, quiero que la gente deje de mirarse el ombligo, y que me cuente sus mil problemas, haciendo caso omiso de mi cara culo, de mis ojos teñidos de tristeza, pensando que la felicidad desborda de mis poros. Lo siento, no siempre quiero escuchar, necesito escuchar el silencio de mis pensamientos, quiero contar las lágrimas que caen de mis ojos, y buscar respuestas que nunca las tendré yo, eso es una convicción.

Exijo el silencio, quiero oir mis pasos, y sólo mis pasos, quiero dejar de escuchar voces cuestionándome, quiero dejar de escuchar sus parlamentos, sus egocentrismos y su permanente preocupación por lo que no sirve, quiero sentido de todo esto, quiero verdad de toda la mierda que anda circulando, quiero fraternidad, y algo más de corazón.

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