jueves, 2 de julio de 2009


Debería estar leyendo, para la última prueba de mi pesada semana; pero aquí estoy escribiendo estas líneas sobre tí. Creo que no han sido muchas veces en que me he sentado a pensar detenidamente en ti, quizás las veces que lo he hecho, han sido particularmente por alguna discusión, por algunas palabrotas tiradas al viento, que luego dejan sus consecuencias, pero eres madre, de esas del alma; o talvez lo pienso así porque eres mí madre, porque veo en tus ojos ese amor que no veo en otros, ese brillo con cada uno de mis logros, y lágrimas cuando fracaso. Tu olor, no lo tiene nadie más, es característico, yo diría: "ese es el olor de mamá", así como mi abueli también tenía un olor particular en su piel, un olor a vejez dulce, que jugaba con la madurez de esos ojos, pero con la certeza de esos pensamientos; así mismo me pasa contigo vieja mía. Al entrar a casa, ese olor es tuyo, puedo descubrirlo a kilómetros, y tengo la convicción de que nadie más lo tiene, de que nadie más posee esa conjugación de aromas tan tan dulces, pero con carácter y firmeza. Después de estos días, considero que uno de los más pesados de mi año, en cuanto a lo académico, luego de sacar fuera ese nervio y peso en los hombros, me sentí escuchada y amada infinitamente; es por eso que hoy le dí el día a Dios, y me sentí un par de minutos a rezarle en esa fría gruta, llena de gotas de lluvia de días anteriores; le agradecí por mantenerme en pie estas difíciles horas, y por ser Él, junto a María quienes devuelven a mi la alegría, y la confianza en mí. Agradecí y pedí por tí, por tu salud, y al llegar a casa, luego de un par de horas, volví a enamorarme de las fotos de mi infancia, de esos lugares que visité sin conciencia aún, pero tú me cargabas en tus brazos, y eso bastaba para mí, sintiendo tu olor en la punta de mi nariz, me envadía la tranquilidad, y disfrutaba de aquellos cielos azules que se me regalaron siempre. Sentaba frente a esta pantalla, pienso con los ojos llenos de lágrimas sólo por tenerte, por saber que todas las mañanas vendrás a mi cama y me despertarás, por saberte cerca, por ser la primera persona en quien pienso cuando alcanzo un logro, porque es el abrazo que más espero cuando me invade la felicidad y la dicha. Esa fotografía es maravillosa en todos su parámetros, tiene esa mística de la infancia soñada, aferrada entre tus brazos jugueteaba por tu beso tuyo, mientras esperabas que mirará a mi papá, lo sé. Te amo desde las lágrimas hasta la sequía, desde mis rabietas hasta toditos mis logros. Amo, conjugar en mi piel tus caracerísticas y la de mi papá, amo saber que dentro de mí habitas tú. 

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