viernes, 20 de marzo de 2009

Ahora.-


Cuándo realmente es tiempo de hacer un cambio y cambiarse el antiguo traje lleno de faltas y agujeros, gris porque con el tiempo no fuí capaz de preocuparme por él, ni siquiera por mí, deshilachado, marchitado y desgastado con cada una de las palabras viciadas y sucias, cansadas de ser plasmadas en el mismo oido, en el mismo corazón, en la misma piel herida. Es una necesidad el cambiar mi traje, quiero llenarme de color, quiero respirar dulzura y abrazos, quiero acariciar momentos y sonrisas, anhelo gritar lo que siento y correr libre sin limitaciones ni lágrimas que impidan el curso natural de este camino; la felicidad. Es sorprendente que aquella felicidad, acompañada de muchísimos factores, sea muchas veces ensuciada por quien menos esperas, por quien realmente quieres caminar de la mano toda la vida, y me siento como desperdiciada, viciada y confundida, dolida y perturbada por este dolor que se alojó aquí dentro, y para eso debo sacar y botar, dejar y superar, secar y aprender aún más, volar y volar, sanar y sanarme. Temo a lo nuevo, pero quizás sea lo mejor para dar un paso más, para que aquel vestido de colores me dé más vida, me haga brillar como antaño, y me haga suspirar, por algo que quizás sea mucho más concreto que ahora.

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